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La cumbre de los jóvenes y de las pymes > Raquel Lucía Pérez Brito

El Ejecutivo español sigue en la senda de refinanciar sus deudas y mañana jueves intentará colocar 4.500 millones en bonos a tres, cuatro y cinco años. Con ello pretende aprovechar la buena racha con la que ha comenzado el año e ir acumulando liquidez para poder hacer frente a la gran prueba de fuego que tendrá que asumir en abril. En esta fecha necesitará dar respuesta a vencimientos de deuda por valor de 21.311 millones de euros. Esperemos que los mercados sigan en la misma dinámica y los resultados sean buenos y no solo se coloque la cantidad deseada sino que se supere, como ya ocurrió la semana pasada. Esto demostraría que los mercados siguen confiando en nuestro país, a pesar de que el panorama cada vez se va poniendo más complicado. Esta semana comenzó con la confirmación, por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), de que la economía española había caído en el cuarto trimestre un 0,3%. En el cómputo anual, España tuvo un crecimiento en el 2011 de apenas un 0,7%. En el 2012 la situación se complicará, aún más, si las previsiones se cumplen y entramos en una recesión.

Pero lo que realmente ha centrado la atención de todo el mundo ha sido la cumbre europea del lunes. Quizás lo más destacado, desde mi punto de vista, obviando la unión de la República Checa a la postura del Reino Unido sobre el pacto fiscal, ha sido el lado más humano que han protagonizado los líderes de la Unión Europea. Por primera vez la discusión se ha centrado en la necesidad de impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo como objetivo número uno.

Hasta ahora la postura oficial era inequívoca, todos los países de la zona euro debían cumplir con el equilibrio presupuestario como única opción para luchar contra la crisis; sin embargo, el lunes se puso el énfasis en que las medidas tienen que potenciar el crecimiento económico. Nadie discute que lo óptimo es que ambos objetivos fuesen compatibles, siguiendo la vía de las reformas estructurales y gestionando mejor el gasto por parte de cada país miembro. Pero la duda que se ha sembrado comienza a dar sus frutos y los planteamientos ya no son tan tajantes.

Y en la búsqueda de potenciar el crecimiento económico y la creación de empleo se acordó que los fondos estructurales comunitarios disponibles se destinen a apoyar a las pymes y a programas de fomento del empleo juvenil. El caso español, donde la tasa de paro juvenil es la más alta de la Unión Europea, tuvo su propio protagonismo: la Unión Europea se comprometió a ayudar a ejecutar un plan de acción contra el paro juvenil en nuestro país. Estas medidas deberían afectar muy positivamente al mercado laboral de los jóvenes españoles desempleados.

Se está trabajando en un modelo laboral común para la zona euro que facilite el movimiento de trabajadores entre los diferentes países con un gabinete transfronterizo y orientador que facilite la búsqueda de empleo.

Para conseguir dichos objetivos, es necesario mejorar la normativa comunitaria para el reconocimiento de títulos y cualificaciones profesionales. El objetivo es que los jóvenes europeos que termine su formación dispongan, en un plazo máximo de cuatro meses, de una “oferta de buena calidad” para trabajar o continuar su formación.

*Economista, abogada y licenciada en Ciencias Políticas / @errelu