Puerto de la Cruz >

Latidos de vida

Pedro y David están agradecidos a la Asociación Corazón y Vida. / MOISÉS PÉREZ

LUIS F. FEBLES | Puerto de la Cruz

Hay ocasiones en que la vida se consume a 34 pulsaciones por minuto. Los nervios y el frío polar del quirófano se combaten con la ilusión de tener una nueva realidad. Al despertarte, el calor en las manos y la cara es indescriptible, pero se respira un aire que sabe diferente. Así recuerdan estas sensaciones David Galván Alonso y Pedro Alexis Ramón Martel, quienes se enfrentaron hace unos años a la prueba más dura de su vida: someterse en Madrid a un trasplante de corazón. A día de hoy respiran cada segundo de vida junto a sus familias en Tacoronte y Santiago del Teide, respectivamente.

El primero, de 42 años, padeció a los 27 años un infarto de miocardio que sería el detonante de lo que le esperaría en los años venideros. Las continuas arritmias hicieron que los médicos decidieran enviarlo al hospital 12 de Octubre de Madrid. Tras una serie de pruebas le colocaron un desfibrilador interno que marcaría su límite entre el riesgo y la tranquilidad; su vuelta a Tenerife sería momentánea, ya que los problemas seguían.

La Asociación Corazón y Vida entró en su experiencia para darle la oportunidad de estar en un piso en Legazpi y no tener así que costear los gastos de estancia. Mientras, su novia, se convertía en la espectadora de todo lo que le sucedía. “No se puede imaginar nadie lo que sufren los que están más cerca de ti”, dice. La suerte estaba echada: el trasplante estaba previsto para el 20 de abril de 2009 y así fue. Tras la intervención, que duró más de cinco horas, y la recuperación, todo fue viento en popa. Alonso notaba como su corazón latía, oyendo y valorando de forma cuidadosa cada movimiento; era una nueva vida. “Lo que más temía era no poder casarme y tener hijos con la que entonces era mi novia. Hoy en día tengo hijos y estoy casado con la mujer más maravillosa del mundo”, subraya emocionado.

Pedro Alexis Ramón agradece también la inestimable labor de la Asociación Corazón y Vida. Tuvo una segunda oportunidad que supo aprovechar, al igual que a su hermano. Con 33 años le detectaron una enfermedad congénita, miocardiopatía dilatada. En 2007 y tras unas pruebas en el hospital de La Candelaria, los médicos decidieron que ambos fueran a Madrid; la posibilidad de un trasplante no se descartaba. “Llegué en 2008. Mi hermano había acudido antes y esperaba el trasplante. En mi caso, me colocaron en código cero, una lista que medía la gravedad de cada caso: el mío era extremo”, recuerda. Estuvo siete días esperando al corazón. La mañana de un domingo, el médico que había operado a su hermano le dijo “con lagrimas en los ojos que ya había un donante; solo faltaba saber si era compatible”, recuerda.

Larga intervención

El 14 de diciembre de 2008 tras más de 12 horas de intervención y cuatro días en coma volvería a nacer y a sentir “como me latía lo que extrañaba hacía años”, recalca.

La presidenta de la Asociación Corazón y Vida, Dolores García, ha realizado durante años una incansable y gratuita labor en pro de los canarios que sufren alguna tipo de cardiopatía o problemas similares.

Con sus pisos en Madrid y su capacidad de gestión, hace más fácil la vida de los afectados y sus familias. David y Pedro llevan hoy una vida de lo más normal: deporte, medicación y buena alimentación.

Para estos auténticos supervivientes hay cuatro pilares fundamentales: su familia, los cirujanos, la asociación que tanto les ha ayudado y el corazón de alguien que les devolvió la vida. Son felices y eso se nota.