CD TENERIFE > EL INVITADO AL PALCO DE ‘DIARIO DE AVISOS’

Lo peor para la resaca

Juan Carlos Cabrera; Fernando Ballesteros, concejal de Fiestas en la capital; Santi Delgado y Román Delgado. / DA

ROMÁN DELGADO | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Lo de ayer fue, como dice mi compañero Karl (que lo sostiene en su columna), un partido de los de antes, de la nada de fútbol que salía de la estrategia de Antonio Calderón. ¡Qué cosa, Dios mío! ¡Qué cosa! Y menos mal que escapamos del esperpento iniciado a las 12.00 del día con la primera gran resaca del Carnaval chicharrero echando unas risas con los invitados para la ocasión, que, si no es por el concejal de Fiestas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Fernando Ballesteros, y por Santi Delgado, en tareas de comunicación en el CCN, allí nos helamos del todo, e incluso llegamos a pensar en el suicidio graderío abajo. Es broma, lo del suicidio; y es verdad, lo de las risas. Ballesteros llegó vestido de hembra, como se dice en la jerga carnavalera del chicharro, y todo hay que decirlo, no estaba mal, nada mal… Así, todo desgreñado, divertido y con mentalidad flower power, que era lo que tocaba esta vez. Gracias a Ballesteros y a Santi, más el apoyo prestado por el resto de la tripulación del palco, con el compañero en tareas periodísticas José Antonio Felipe, junto al micro de Teide Radio Onda Cero; el director general del Grupo de Comunicación DIARIO DE AVISOS, Juan Carlos Cabrera; el entrañable Karl McLaughlin, el burro de Belfast, y el que esto escribe, como digo…, echamos unas risas, unas risas. Y menos mal que así fue, que la mañana todos la veíamos demasiado oscura, y fría, y gélida, y amarga, y dura…: un verdadero tostón de partido que podía salir por cualquier lado, como al final así fue. ¡Qué cosa, Dios mío! El encuentro de ayer me recordó los partidos en que seguía a mi padre cuando era un pibe en campos de tierra de segunda regional, a los que uno iba por los refrescos y por las chuches, o bien por las garbanzas o el pollo asado de la vuelta a casa. Pero el desastre se veía venir con ese sucedáneo de árbitro, y así ocurrió, con expulsiones a tutiplén, con un regalo de penalti que sólo vio el señor con pito en la boca y malabarista de las cartulinas, que sirvió para entregar los tres puntos, y con un gol que quitó y que pareció muy claro, muy limpio, tan limpio y claro que Aragoneses no se creía de ninguna de las maneras que hubiera sido anulado. Y de ahí la bronca que le espetó a sus compañeros de la defensa. En fin, que la honda pena la pudimos superar con las risas brindadas por Fernando y Santi. Ellos sí fueron nuestro regalo.