EDITORIAL >

Oro negro y algún interrogante

La existencia de petróleo y/o gas en aguas españolas cercanas a Canarias es aún una incógnita. Con su habitual habilidad para enredarlo todo, la trifulca política se ha adelantado más de cinco años al primer pinchazo en el fondo submarino de una de las nueve cajas que las primeras pruebas de Repsol ha dibujado en la superficie a estudiar.

Tras el parón judicial de principios de 2001, el expediente quedó perfectamente listo para aprobar desde 2004. Solo es ahora, con la llegada de Mariano Rajoy a La Moncloa, cuando una y otra vez se lanza machaconamente el mensaje de que “ningún país del mundo renunciaría a extraer petróleo si lo encontrara en su territorio”.

Hay muchos condicionantes para una frase tan contundente. Primero, lo esencial: confirmar si hay o no oro negro. Para ello, el Ministerio de Industria, en manos del canario José Manuel Soria (que este jueves en el hotel Ritz se dio el mayor baño de multitudes de su carrera política, no por la cantidad de personas -unas 700-, sino porque habló para los presidentes y máximos responsables de los poderes fácticos de este país: la banca, las telecomunicaciones, el turismo, las eléctricas, las petroleras, la minería, las aerolíneas …), debe dar a Repsol la autorización para reiniciar los sondeos.

La petrolera, un gigante mundial tecnológico que explota pozos en Noruega a más de 10.000 (sí, diez mil) metros de profundidad, insiste una y otra vez que quedan muchos sondeos por hacer y que el primer pinchazo para saber si hay petróleo no ocurrirá hasta unos cuatro o seis años. Los sondeos y catas suponen un desembolso financiero tan elevado que la ley contempla que a la compañía a la que se autoriza esos trabajos también debe vincularse la explotación comercial del pozo que se encuentre.

Pero la maraña burocrática es tan elefantiásica que a cada mínimo paso que se vaya dando la petrolera deberá adjuntar toneladas de documentos, que necesitarán el visto bueno del Gobierno.

También insiste Repsol en que no habrá extracción a menos de 60 kilómetros de las costas de Fuerteventura y Lanzarote, y que el ejemplo de Noruega debiera disipar los temores ambientalistas más acusados.

Pero hay mucho más. Una vez encontrado el petróleo (no menos de un plazo de seis años, si se reiniciara la actividad mañana mismo), habrá que evaluar cuánta cantidad hay (la compañía asegura desconocerlo actualmente), de qué calidad es y a qué precio se pone en el mercado, cuestión que no es menor con el barril a 130 dólares, una posible guerra en ciernes en Irán y un probable cese del suministro de este país a España (que se nutre de petróleo iraní en el 14%).

Marruecos es otro factor que inquieta a las autoridades españolas. Si nuestro país no se da prisa, buena parte de la roca madre seguirá siendo explotada por las compañías extranjeras con las que el país vecino ya ha entrado en contacto. La guerra entre compañías ya está abierta, y lo que hay que procurar es que la tensión solo se quede ahí, en una competencia comercial, en nada más.

Hace bien el Gobierno de Canarias en apretar a Madrid con todo tipo de dudas y preguntas. Hace bien en plantear que la extracción de petróleo deba ser compensada a las arcas canarias, sea con un nuevo impuesto vinculado a la reforma del REF o bajo cualquier otra fórmula.

Hacen bien los presidentes de Fuerteventura y de Lanzarote en expresar sus dudas e incluso su rechazo. Pero si Rajoy y Soria dan el sí a Repsol, el proceso es imparable. Torpedear la posibilidad de que Canarias vuelva a ser financieramente rica puede ser una torpeza que las próximas generaciones jamás vayan a perdonar.

Conseguir que, con la dramática situación laboral y social actual del Archipiélago, entre en la caja pública de las Islas el mayor beneficio posible de ese negocio debiera estar marcado en rojo en la agenda de los gobernantes de estas Islas, para dedicar menos esfuerzos al enfrentamiento y a generar caldo de cultivo más caliente cada día que pase. Una plataforma petrolífera genera el empleo de un hotel de dos estrellas. Para Canarias éste no es el chollo. Mucho del personal será especializado, y no tendremos muchas opciones. Pero nuestros puertos se revitalizarán; también la producción interna de bienes y, sobre todo, vía impuestos, tendremos la posibilidad financiera de afrontar proyectos para generar empleo, bien vinculados a renovables, bien a nuestra expansión y oferta de servicios a la clase media y alta africana, bien desarrollando proyectos de telecomunicaciones, ciencia, agricultura, pesca y turismo…

Así que lo que existe realmente sobre la posibilidad de encontrar petróleo en Canarias es una enorme incógnita aún por despejar, pero nunca por torpedear.