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Patio de colegio > Jorge Bethencourt

La guerra de patio de colegio por la supremacía simbólica de representar a Canarias, un pulso que enfrenta al PP de las Islas en Madrid y a los dirigentes de CC y PSOE en el Gobierno autonómico, ha aterrizado en el aeropuerto de la banalidad, con una batalla de entrevistas suspendidas por incomparecencia de uno de sus participantes. Sólo con una tasa muy alta de imbecilidad se podría ignorar que es la pugna por el protagonismo lo que subyace detrás del recorte de bonificaciones, las primas a las renovables, las prospecciones petrolíferas o cualquiera de los escenarios donde unos y otros juegan a ver quién la tiene más grande. Canarias ha registrado en enero un descenso 25.300 afiliados a la Seguridad Social, probablemente bajas causadas tras el impulso económico de diciembre en el comercio y el turismo. Es un récord histórico. En las Islas esa cifra ominosa de más de 300.000 parados empieza a acercarse a la realidad, porque el mercado de la chapuza, la economía sumergida, se hunde a la misma velocidad que la actividad económica aflorada. Casi cien mil personas carecen de cualquier tipo de ingreso económico o ayuda pública. En el contexto de este drama social, la frivolidad de quienes se disputan la carroña del protagonismo político es un escupitajo al sentido común. Hasta hoy, las grandes soluciones para impedir la quiebra económica de España han consistido en aumentar la fiscalidad que soportan trabajadores y empresas. En menos de cinco años hemos pasado a encabezar los países europeos con mayor carga de impuestos. Se ha subido la imposición indirecta (el IVA, que recae sobre el consumo) y la directa (el IRPF, que grava las rentas del trabajo). Es decir, que la gran solución para mantener este teatro es que los actores sigan cobrando igual y que los espectadores paguen más. La frustración de ver cómo nos empobrecemos día a día, cómo cierran uno tras otro pequeños comercios y negocios, cómo caen en el paro personas que difícilmente van a poder encontrar otro trabajo, no hace sino agigantarse ante la alarmante falta de sensibilidad de quienes entienden el gobierno de los asuntos públicos como una extensión de los enfrentamientos políticos. Ya no sé, de verdad, qué tipo de convulsión social es necesaria para que este pelotón de comadronas de sí mismos se den cuenta de lo que está pasando aquí abajo, en el inframundo de los que apenas llegan a fin de mes. Solo sé que lo están haciendo mal. Muy mal.

Twitter@JLBethencourt