DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz de Tenerife
Recuperar para la agricultura las zonas de los barrancos de Güímar en las que se han llevado a cabo extracciones de áridos durante 40 años, que han provocado agujeros de la altura de hasta dos torres del Cabildo y del tamaño de cinco campos de fútbol, supondría una inversión de 201 millones de euros.
Así lo recoge un informe pericial firmado por el ingeniero técnico de minas César Ramón Sánchez que consta en el procedimiento del Juzgado número 2 de Güímar sobre el ámbito extractivo de los barrancos del municipio, y que fue facilitado en rueda de prensa por el alcalde de Güímar, Rafael Yanes, que explicó que en los barrancos se han producido “extracciones de áridos ilegales” durante 40 años y éstas han deteriorado el paisaje en el “mayor atentado paisajístico” de Canarias.
El alcalde ha recalcado que se ha hecho “un tremendo disparate” en el territorio que ha “arruinado” la actividad agrícola en la zona, por lo que ha añadido que el “objetivo irrenunciable” del Ayuntamiento de Güímar es recuperar el espacio para la agricultura.
El martes se produjo una reunión en el Cabildo en la que participaron el Ayuntamiento, la institución insular y las direcciones generales de Industria, Protección del Medio Natural, Urbanismo y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias, para buscar una solución.
Las autorizaciones de las actividades extractivas son competencia del Gobierno de Canarias y en el encuentro de ayer decidieron crear una comisión técnica de trabajo para que el Ejecutivo autonómico aporte toda la información que tenga de los expedientes y las autorizaciones, afirmó la consejera insular de Planificación, Pino de León.
Comentó que se trata de un asunto jurídico “muy complejo”, aunque el alcalde de Güímar recalcó que las extracciones son ilegales porque las empresas han incurrido en un “incumplimiento grave” del compromiso -no recuperaron las zonas en la que extrajeron los áridos- que “hace decaer” las autorizaciones. El alcalde ha recordado que el Ayuntamiento de Güímar logró precintar cuatro de las cinco canteras en “plena efervescencia constructiva” y quedó demostrado que los áridos no eran imprescindibles para la construcción en la Isla.