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Sin esperanza > Jorge Bethencourt

En la tienda de mi amigo entra un joven con una carpeta. Estamos hablando de los follones de Valencia y se queda respetuosamente a cierta distancia sin interrumpir. Mi amigo le pregunta si quiere algo y él le tiende un par de papeles. Es un curriculum. Por si hay algún puesto libre “de algo”, de lo que sea, de vender o de cargar cajas. El chaval tiene cara de necesitarlo mucho. Mi colega le dice que por ahora no necesita a nadie, pero que se lo queda y, si eso, le llama. Ya. El joven sonríe y se va.

En la tienda despidieron hace casi seis meses a uno de los dos dependientes. A mi amigo le dolió como si le quitaran un riñón. Llevaban casi diez años juntos. Le dolió y le costó. Pero era soltero. Y el otro de la tienda tiene mujer y tres hijos. Lo hablaron entre todos y al final… pues eso, todo el mundo se quedó echo polvo. Se quedó el empresario que se levanta a las siete de la mañana y llega a casa a las once de la noche. Y su amigo, casi, que se fue para casa entendiéndolo todo y sin entender nada.

Los medios de comunicación nos cuentan una vida en blanco y negro. Una vida de fuertes y débiles. Pero eso es una milonga. Aquí todo el mundo arrastra la lengua por el suelo. Hay gente que vive en otro mundo, claro. Pero son los menos. Los millonarios a los que esto les resbala. Y los que están instalados en organizaciones que ordeñan sus sueldos de los presupuestos públicos, que están preocupados pero a salvo, de momento, del oleaje. Y los que lo perdieron todo y no tienen nada que perder, porque ya están en el infierno.

Hemos dejado que esto se nos fuera de las manos. Hemos perdido un tiempo precioso discutiendo de quién era la culpa. Hemos seguido gastando a manos llenas el dinero que la gente paga con el sudor de sus impuestos. Nadie tuvo el valor de meter la pata en el freno. De recortar tanto disparate. Y ahora solo queda el miedo y la furia. Ahora solo queda echarle la culpa de todo a alguien. A quien sea. A quien nos salga del forro. A los sindicatos, a los políticos, a los bancos… No sé a quién odiará el joven del curriculum. Yo, si fuera él, a todos.

Twitter @JLBethencourt