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Soria, Paulino y el petróleo > José Carlos Alberto Pérez-Andreu

Pensar que José Manuel Soria no está haciendo política con Canarias desde su recién estrenado ministerio es vivir en la higuera. Lo hace con las bonificaciones de las tasas aéreas, lo hace con las primas de las energías renovables y lo hace con las prospecciones del petróleo próximas al Archipiélago. Es más, lo hará con todo aquello que le pueda suponerle un rédito electoral; bien para su partido o, sobre todo, para su persona. Y si de paso jeringa a CC, pues le producirá un orgasmo estratosférico. Si yo fuera él, quizás también lo haría. Y supongo que Paulino Rivero, en su lugar, podría actuar de igual manera. Lo que sucede es que no todos lo haríamos a cualquier precio. Si ahora Soria habla de implementar un impuesto en el marco del Régimen Económico y Fiscal para que en el hipotético caso de que hubiese petróleo cerca de Canarias nuestras Islas se beneficiasen, lo cierto es que lo dice cuando empiezan a escucharse los primeros ramalazos de cólera de boca de destacados representantes canarios de las más diversa índole. Hace muy poquitos días, daba toda la impresión de que las prospecciones petrolíferas se iban a llevar a cabo para uso y disfrute, únicamente, de Repsol y alguno más. Y eso, ante un extraño mutismo del ministro, muy complaciente con los planes e intereses de la multinacional. Con todos los parabienes medioambientales y con los beneficios públicos garantizados por una fiscalidad moderna y acordada entre los ejecutivos central y autónomo, si hay petróleo en nuestras proximidades debe extraerse a toda marcha. Canarias obtendría, en tiempos de crisis, una bolsa extra de efectivo que bien podría dedicar a Sanidad, Educación o Asuntos Sociales. Esto, el beneficio mutuo, es lo que se le gritaba al ministro y que parece que no ha entendido hasta última hora. Y claro, una vez bien acordado el marco competencial, no llevar a cabo las prospecciones (y luego las extracciones) sería un auténtico disparate. Pero en esta tierra nos hemos acostumbrado a que en el nombre del medio ambiente se pueda paralizar cualquier iniciativa, por rentable y fructífera que sea para los que vivimos aquí. Sólo nos faltaba que en nombre de “lo verde” nos saliera un batallón de personas a la calle y paralicen una bicoca en la que Marruecos ya tiene puestos sus tentáculos. El posible yacimiento de gas natural y petróleo está muy cerca de la frontera marítima entre España y Marruecos, justo bajo esa dichosa mediana que ningún gobierno español se ha atrevido a plantear al incómodo vecino. Y lo que para Canarias podría ser un importante balón de oxígeno corre ya demasiado peligro. Mohamed VI ya se ha puesto a buscar el petróleo desde su lado de la mediana. Lo realmente patético sería que mientras nosotros estamos enfrascados en si es seguro o no hacer las prospecciones, Marruecos pinche la bolsa petrolífera dos metros más allá y lo saque con muchas menos garantías medioambientales que las que nosotros proporcionamos. Entonces, y sólo entonces, a muchos se nos caerían las lágrimas, y no de tristeza, sino de vergüenza.

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