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Waikiki, en el corazón de la capital

Ainara Escobal confiesa sentirse muy a gusto en el trato diario con los clientes. | DA

DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz

Hablar del Waikiki es referirse a uno de los puntos de encuentro con más tradición en el corazón de Santa Cruz de Tenerife. Pero, además, desde hace cuatro años, también es hacerlo a un referente de la cocina casera, con orígenes en el País Vasco. Fundado en 1967, el establecimiento fue regentado por distintos arrendatarios hasta la llegada de la familia de Javier Escobal, restaurador bilbaíno que se estableció en la Isla en 1973.

Cuando Escobal decidió alquilar el local, éste no pasaba por su mejor momento. De manera que tuvo que emplearse a fondo para adaptarlo a sus gustos y a los de su hija Ainara. Desde entonces, el Waikiki tomó un nuevo rumbo para llegar a ser un espacio gastronómico señero, en el lugar de siempre: el número 3 de la calle Villalba Hervás.

Tras hacer un estudio de mercado del sector, los nuevos responsables decidieron que, a tenor de las particularidades de la zona, rodeado de oficinas y entidades bancarias, lo más adecuado era dedicarse a los desayunos de empresa y a los menús económicos. De este modo, el restaurante abre entre las siete de la mañana y las siete de la tarde, aunque también organiza, a puerta cerrada, comidas y cenas de empresa, despedidas y otras celebraciones.

El restaurante Waikiki es sinónimo de buena cocina casera, como queda patente en su carta de menús, que incluye variedades como potaje de verduras, lentejas compuestas, conejo en salmorejo, rancho canario, judías blancas con chorizo, salmorejo cordobés, gazpacho andaluz, cherne encebollado, bacalao a la riojana o solomillo ibérico relleno, a la pimienta verde o al roquefort, entre otros exquisitos platos fríos y calientes.

En su carta se hacen patentes los orígenes bilbaínos de Javier Escobal, en cuyo currículum sobresale haber sido director del restaurante Club Financiero, además de propietario del Ainara, en la torre del Edificio Olimpo; La Riviera, en el puente de Radazul, y Ainara II, en la calle La Luna.

En la planta de acceso al Waikiki se sitúan la barra del bar, diez mesas y la cocina, mientras que en la inferior se halla un coqueto salón que suelen elegir aquellas personas que buscan un espacio más tranquilo.

“Siempre he trabajado en lo que más me gusta y hoy me siento realizada preparando un café o sirviendo una mesa”, comenta Ainara Escobal.

“Mi mayor satisfacción -añade- es que los clientes se sientan como en su casa”. Siempre así será más fácil.