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1985 ‘versus’ 2012 > Enrique Areilza

Cuando usted lea esta columna, es posible que ya tenga datos del seguimiento de la convocatoria de huelga. Escribo un día antes y todo parece indicar que no habrá un apoyo masivo a ésta. Así lo espero.

Recientemente, la CEOE nacional estimó el impacto económico de la huelga en 1.000 millones de euros. Mediante dos sistemas de aproximación, se puede concluir que el coste será para Canarias de 40 a 45 millones de euros.

El cálculo está basado en una estimación de participación limitada al 30%. Casi nada con la que está cayendo. Es una demostración meridiana de lo que en negociación se llama Loss/Loss. Táctica mediante la cual un negociador decide perder en su bando, con tal de hacer perder al contrario. Todos perdemos. Piénsenlo ustedes, ¿por qué y para qué se ha convocado esta huelga?

Nuestra opinión es que su objetivo está lejos de perseguir una reforma de la reforma, y mucho más cerca de presión, subvenciones y poder de interlocución.

En el año 1985 se produjo la primera huelga de seguimiento masivo en la democracia española.

También, la de entonces, respondía a reformas económicas sustanciales. Época difícil como la actual, el PSOE gobernando y convoca CC.OO., sin UGT.

El argumento principal fue la primera gran modificación en la ley de pensiones. Se ampliaban los años de cotización mínima de 10 a 15 años y se modificaba el tiempo para su cálculo, de los dos años antes del cambio a ocho. Es decir, mayor dificultad para obtener una pensión y más baja.

Entonces, el ente público RTVE estaba sola, junto a algunas emisoras de radio.

Las centrales sindicales tuvieron que trabajar de verdad. Dos meses recorriendo pueblos y ciudades, montando asambleas informativas y repartiendo miles o millones de octavillas.

Había miedo en esos días, miedo entre los que querían ejercitar su derecho a la huelga. Miedo fruto de recuerdos, aún vivos, del franquismo y a la hipotética represión empresarial.

Hoy parece que no se han esforzado tanto. Quizás es que la razón actual no motiva como aquélla. Quizás, no están convencidos lo suficiente como para convencer.

Hoy, a diferencia de entonces, el miedo, si lo hay, está del otro lado. Del lado de los trabajadores que quieren ejercitar su derecho a trabajar. De autónomos que quieren conducir su taxi, abrir su comercio o atender su bar.

Espero que los sindicatos ejerzan su responsabilidad y velen por el derecho de todos los trabajadores, los que quieren huelga y los que no.

Si permiten que descontrolados actúen ilegalmente, impidiendo el derecho al trabajo de los otros, buscando hinchar las cifras de la convocatoria, en lugar de ganar, nos harán que todos, incluidos ellos mismos, perdamos un poco más.

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