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Avisos y alertas meteorológicas, por Sergio García de la Cruz

Una de las funciones del Instituto Nacional de Meteorología es la realización y difusión de avisos y predicciones sobre fenómenos meteorológicos adversos. Desde los años 80, se han realizado diferentes planes para una consecución más efectiva de dicho fin. El último, acorde al europeo y denominado Meteoalerta, ha tenido un funcionamiento bastante acertado desde sus comienzos en julio de 2006, pero no ha sido tan eficaz en lo que supone la comunicación y comprensión por parte de la sociedad. Meteoalerta ha establecido 4 niveles, basados en colores, de acuerdo con los criterios acordados a nivel europeo. Nivel verde: no existe ningún riesgo meteorológico; nivel amarillo: no existe riesgo meteorológico para la población en general, aunque sí para alguna actividad concreta. Este nivel no dará lugar a un texto específico de aviso, sino que llamará la atención y remitirá a la predicción en vigor para la zona; nivel naranja: existe un riesgo meteorológico importante; y nivel rojo: el riesgo meteorológico es extremo.

Pues bien, el Instituto Nacional de Meteorología cuenta con 11 Grupos de Predicción y Vigilancia (GPV). Estos grupos son unidades regionales equipadas con los más avanzados medios técnicos, operativas 24 horas al día y responsables del análisis, diagnóstico, vigilancia y predicción del estado de la atmósfera en su zona geográfica de responsabilidad. Los GPV difunden boletines a delegaciones y subdelegaciones de Gobierno, centros regionales de Salvamento Marítimo, medios de comunicación, etc.; en Canarias, principalmente a la Dirección General de Seguridad y Emergencias, unos avisos que son recibidos a través de su Centro Coordinador de Seguridad y Emergencias. Pues bien, ante éstos la DGSE puede decidir poner en marcha el Plan Específico de Protección Civil y Atención de Emergencias de la Comunidad de Canarias por Riesgos de Fenómenos Meteorológicos Adversos (Pefma), cuyo sistema de alerta precoz permita a los ciudadanos y a las instituciones adoptar medidas de autoprotección. El Pefma contempla distintas fases y situaciones, dependiendo de las circunstancias, la información meteorológica y el riesgo del fenómeno. Las fases se refieren al estado en que se encuentra el fenómeno. La primera es la fase de preemergencia, cuyo objetivo es poner en guardia a las autoridades y servicios implicados en el dispositivo de protección civil. La segunda es la de emergencia, que se declara cuando se manejan datos de parámetros meteorológicos de fenómenos adversos inminentes o severos, o incluso cuando el fenómeno ya ha causado daños. La relación entre las diferentes situaciones de prealerta, alerta o alerta máxima declaradas por la DGSE y los avisos por colores de la Aemet no siempre es una relación directa o encorsetada, sino que es flexible. Por tanto, no se debe confundir a la población con expresiones tales como “la Aemet ha declarado la alerta amarilla” o “declarada la alerta naranja”, dado que ni la Aemet declara las situaciones establecidas de prealerta o alerta en el Pefma (al no tener competencias directas en el ámbito de la Protección Civil Autonómica), ni el Pefma establece declaraciones en base a los colores del semáforo.

No obstante, dada la ambigüedad léxica de esta materia, el hecho de que no toda la población tiene por qué conocer esta terminología y que es un tema muy importante, lo más urgente en estos momentos sería que tanto el Plan Nacional Meteoalerta de la Aemet como el Plan de Emergencias Específico en dicha materia del Gobierno de Canarias usaran la misma terminología, o al menos semejante, para evitar estas confusiones. Y esto solo se conseguirá cuando desde ambas instituciones se genere la voluntad de llegar a un consenso para actualizar ambos planes y sincronizarlos, para que sirvan eficazmente en su objetivo principal, que no es otro que mantener informada correctamente a la población de los fenómenos adversos y de las medidas de autoprotección que deben adoptarse.

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