el megáfono > La postura-los olivos

“Con mis 85 años, ahora me dedico a arreglar con flores las iglesias”

NICOLÁS DORTA | Adeje

Rosario Rodríguez ha encontrado en decorar la iglesia un pasatiempo que le da vitalidad. / N.D.

Si hay una persona conocida en Los Olivos es Rosario Rodríguez de León. Desde hace años es la encargada de arreglar las flores en la iglesia de San José de Los Olivos y, si es por ella, las que le pidan. A sus 85 años, muchos quisieran tener su vitalidad, la que desprende cuando camina por la calle, cuando habla, sonríe. “Siempre tengo que ver con alguien”, dice. No hay un secreto especial para mantenerse en tan buena forma, aunque se queja de algún dolor de huesos, y de vez en cuando le vienen a la cabeza episodios del pasado, pérdidas de seres queridos, que solapa con su optimismo es innato.

Rosario simplemente habla de “alimentarse bien”, para mantenerse viva, activa y afirma que no tiene un sueño especial que cumplir, ninguna ambición insatisfecha. Sólo quiere seguir igual: “con salud, que es lo primordial”, sentencia. “Yo siempre he comido de todo y ya no bebo el vasito de vino, desde que murió mi marido corté la costumbre”, explica.

Rosario se sienta frente a su caza de Los Olivos, en el parque, en un banco a la sombra de un árbol y saluda a todo el mundo. Dice con cierto orgullo que es la única que tiene la llaves de la iglesia, aparte del cura, José Domingo González. Vive en su casa donde se casó. Ahora está su hija y nietos, alguno enamorado del folclore. Entiende que Los Olivos ha cambiado muchísimo y mira a su alrededor, donde ahora hay edificios, viviendas que a lo largo de los años se han ido extendiendo hasta unir el núcleo de Los Olivos con La Postura. Recuerda Rosario cuando andaba con sus amigas, descalzas, por la calle, cuando iban a bailar a un tanque vacío, sin música, “con los chicos aplaudiendo”, dice, algunos cantando, cuando “la gente era otra cosa, no había tanta libertad, ni tanta televisión”, cuando su padre le decía que no hablara en la mesa en el almuerzo.

Nació en la calle La Crucita y como muchos de los vecinos de este pueblo trabajó en la agricultura, los tomates de Fyffes. “Ahora me dedico a arreglar iglesias”, sentencia. Y es que Rosario participa activamente en la vida de esta parroquia.

“Hay gente de todo tipo, jóvenes y mayores que vienen a la la iglesia, hay participación”, explica. A Rosario le gusta combinar diferentes flores, para cada santo, para cada rincón y con eso parece feliz. También la eucaristía al cura y si vienen extranjeros les invita a ver la iglesia. Es un templo nuevo, con apenas dos años, con pocos adornos y moderna.

San José de Los Olivos está al cruzar la calle donde vive Rosario. Recuerda cuando estaba la iglesia chiquita, la que construyó el pueblo, recuerda como con el agua amasaban el cemento. Ahora está la nueva . “Esto está hecho un pueblo”, defiende. “No se parece a cuando yo era joven”, advierte.