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Conexión senegalesa en la ciudad turística

El vicepresidente de la asociación explica las necesidades más importantes de su colectivo. / MOISÉS PÉREZ

LUIS F. FEBLES | Puerto de la Cruz

Unos 1.200 kilómetros separan Tenerife de las paradisíacas costas senegalesas. En el camino, los sentimientos y esperanzas de una vida mejor cotizan su suerte en billetes de otro país. Las puertas del paraíso europeo esperan la llegada de nuevos cayucos. La ruleta empieza a girar y los menos afortunados no llegan a su destino. Empieza la travesía más dura: sobrevivir.

Mademba, Cheikh Diop, Ameth y Modou, representan el ejemplo más clarificador de la integración senegalesa en Puerto de la Cruz, con más de dos décadas ejerciendo como auténticos embajadores de la dignidad africana en la ciudad. El vicepresidente de la Asociación Senegalesa Juntos Puerto de la Cruz, Mademba Diop Mbaye, abre las puertas de la cultura y la idiosincrasia africana a DIARIO DE AVISOS, para conocer la verdadera realidad de un sector poblacional afectado por la escasez de oportunidades.

La mayoría de los senegaleses ejerce la venta ambulante. / MOISÉS PÉREZ

Mademba, como los más de 100 senegaleses residentes en el municipio norteño, se dedica a la venta ambulante, una actividad necesaria para subsistir. Su caso es significativo, ya que tras cerca de 30 años viviendo en Tenerife, compatibiliza la venta de artesanía con sus labores de traductor en la Policía. Además, es delegado del consulado senegalés de Las Palmas de Gran Canaria, y autor de un libro sobre inmigración, titulado Esperanza o desesperanza.

Aunque cuenta con la doble nacionalidad, lleva muchos años buscando un trabajo que regularice su situación laboral. Mademba explica la triste realidad que se vive en Canarias con la inmigración irregular. “Fui un afortunado ya que no emprendí mi llegada a Tenerife en cayuco, pero muchos hermanos han tenido que armarse de valor y jugarse la vida en una patera. A partir del año 1999 el flujo migratorio era continuo. Las mafias senegalesas se aprovechan de los jóvenes que no tienen futuro en Dakar”.

El vicepresidente de la asociación, que por falta de recursos no dispone de un emplazamiento, tiene claro que la integración en la Isla es un hecho. Por ello, aunque entiende las críticas de los comerciantes por la competencia desleal, subraya que no tienen otra forma de ganarse la vida. “Soy consciente de que hacemos una actividad ilegal pero es la única salida que tenemos. Agradezco la predisposición del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, que siempre nos ha atendido, pero llevo años pidiendo un lugar donde ubicarnos en régimen de alquiler; tenemos derecho a trabajar de forma legal”.

Como fiel devoto, espera que con la ayuda de Dios pueda encontrar un empleo digno para él y sus hermanos musulmanes.

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Un día en la calle

En cualquier localidad turística es muy típico ver cómo muchas personas de raza negra venden a los visitantes rolex de imitación o finas artesanías de madera. Algunos viandantes al encontrarse con los vendedores ambulantes agarran sus bolsos o desplazan su trayecto hacia otro lado. Mademba ha sufrido esta incómoda situación. “Es duro ver cómo los turistas se hacen a un lado o te miran raro. Tenemos entre todos que erradicar esto; solo queremos trabajar con dignidad”. “No vendemos droga ni robamos; queremos participar de la vida portuense y necesitamos un lugar donde poder vender nuestra cultura”, apostilla.

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