El chapapote > Jorge Bethencourt

Antes de las elecciones generales, cuando ya se barruntaba un aplastante triunfo del PP, le preguntaba a un dirigente socialista hasta dónde estarían dispuestos a acompañar a Paulino Rivero en un mensaje de radicalización y enfrentamiento con Madrid. Ya tengo la respuesta: hasta donde haga falta. Y va a ser lejos.

No hay un solo escenario, desde la reforma del REF al petróleo, desde la política energética al transporte, donde no exista un enfrentamiento visceral entre los dos gobiernos. Y no se trata de que Madrid haya caído presa del centralismo más furibundo, sino que con respecto a Canarias se va a seguir la política de que cuanto peor mejor. O dicho más sencillamente, la de retirar todos las ayudas posibles para provocar que el Gobierno de Canarias, si o si, tenga que producir recortes y medidas impopulares que le terminen desgastando ante la sociedad de las islas.

La guerra del petróleo calienta motores. Por un lado se manejan las amenazas del chapapote que podría contaminar las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Por el otro los miles y miles de puestos de trabajo que creará la extracción de crudo. Las amenazas y las promesas son igualmente falsas. Unas son hipótesis y las otras falsedades elementales. Lo único claro es que estas Islas van a ser convidadas de piedra, colillas en medio de los mares que diría García Cabrera, en un negocio en el que no le va pero sí le viene. O le puede venir: el chapapote.

A día de hoy no he escuchado a nadie solvente expresar en qué se puede beneficiar Canarias de esos miles de millones de euros que yacen en forma de crudo en el fondo del mar. Ni lo escucharé porque me temo que es pura ficción. El Gobierno central ha volado todos los puentes en su relación con Canarias.

Ni hay diálogo ni, lo que es peor, deseo de tenerlo. Lo que se persigue es aislar a nacionalistas y socialistas en un “pacto de perdedores” y hacérselo notar a los ciudadanos canarios.

Pero eso es jugar con fuego. Rivero dijo que Canarias o es un asunto de Estado o será un problema de Estado. Y todos los pasos nos llevan a la segunda premisa. Soria ha puesto a los nacionalistas en el camino de la radicalización. Una tentación a la que va a ser difícil que se resistan porque, además, no les queda otra. Esto se va a poner en ebullición.

Twitter @JLBethencourt