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El hombre que fue Jueves > Juan Hernández Bravo de Laguna

El jueves pasado tuvo lugar la huelga general convocada por los dos sindicatos hegemónicos, UGT y CC.OO. Fue la séptima huelga general de la democracia y la segunda en contra de un Gobierno del Partido Popular. Las otras cinco se convocaron en contra de Gobiernos socialistas, cuatro bajo la presidencia de Felipe González y una con Rodríguez Zapatero, aunque alguna de ellas, en particular la última, fue una huelga general de cartón piedra, un simulacro de atrezo y guardarropía, que esas dos centrales sindicales se sintieron obligadas a desencadenar, y que resultó tan poco creíble y tan patético como ellas mismas. Pues bien, puede ser interesante destacar que de esas siete huelgas generales, cinco han sido convocadas en jueves y las otras dos restantes en miércoles. ¿A qué se debe esta predilección sindical por esos días? ¿Se trata de hacer más daño aún a la economía nacional y a la producción incentivando puentes disfrazados de bajas y asuntos propios? ¿Por qué no un lunes o, mejor, un sábado? ¿Es que en España ya nadie trabaja los fines de semana?

Los sindicatos hegemónicos de este país no han perdido la capacidad de sorprendernos. Ni de hacernos reír. Porque la semana antepasada conocíamos la noticia de que la UGT estudiaba demandar judicialmente a la patronal CEOE por distribuir entre sus asociados el pasado día 14 una circular en la que califica la convocatoria huelguística de “huelga política”, cuya motivación principal es “poner en tela de juicio el ejercicio de la soberanía nacional” por el Parlamento. Como si no fuese evidente que la convocatoria huelguística estuvo dirigida contra “el Gobierno de la Nación y las instituciones parlamentarias en las que reside la soberanía nacional”, según afirma la circular. ¿O es que la reforma laboral, objeto de la huelga, no ha sido aprobada democrática y legalmente por nuestro Parlamento y propiciada por un Gobierno salido de las urnas? ¿Alguien puede explicar en contra de qué empresa o empresario se convoca una huelga general?

La huelga es un derecho individual de carácter laboral que permite a un trabajador no trabajar sin perder sus derechos laborales para presionar a su empresario. Nació históricamente como el único medio que los obreros -la parte más débil- tenían para perjudicar los intereses de su empresa y obligarla así a negociar. Igual que todos los derechos, está limitado y solo se puede ejercer de acuerdo con las leyes. Y algunos de sus límites son la prohibición a los huelguistas de permanecer en su lugar de trabajo -ocupación del puesto de trabajo- y el no devengo del salario los días no trabajados. Los sindicatos, los huelguistas y los medios insisten mucho en calificar este derecho de “constitucional”, como si todos los derechos no fuesen constitucionales.

Las características de una huelga general son un claro exponente de los profundos cambios que ha experimentado en nuestros días el ejercicio del derecho de huelga, una de las emblemáticas reivindicaciones del movimiento obrero desde sus inicios, y cuyo reconocimiento por los poderes públicos tantas luchas y tantos esfuerzos costó conseguir. En primer lugar, porque la huelga surgió en el ámbito privado laboral, según acabamos de decir. Sin embargo, una huelga general, por definición, no se hace en contra de un empresario o una empresa, se hace en contra de un Parlamento y un Gobierno y, por consiguiente, se desarrolla en el ámbito público y es política. Al mismo tiempo, toda huelga que afecta a un servicio público se lleva a cabo, en realidad, en contra de los usuarios del servicio, que se ven injustamente agredidos en sus derechos e involucrados, a su pesar, en un conflicto con el que no tienen ninguna relación y que no pueden resolver. Nuestros inefables sindicatos hegemónicos, corporativos y subvencionados no quieren entender los fundamentos de una democracia representativa -la única posible-; pretenden contar los votos en la calle y no en las urnas, y aspiran a imponernos la lógica de las pancartas y las coacciones, agresiones y sabotajes de los piquetes a la lógica de los debates parlamentarios. Mala salud democrática arrastra una sociedad en la que tales comportamientos proliferan, poseen capacidad social de chantaje y de intimidación y pretenden ser legítimos.

El poeta Gabriel Syme, el protagonista de la novela de G. K. Chesterton El hombre que fue Jueves, es reclutado por Scotland Yard para luchar contra los anarquistas. Consigue ser elegido para formar parte del Consejo Mundial Anarquista, que está integrado por seis miembros y un presidente, cada uno de ellos oculto por el pseudónimo de un día de la semana. A Syme se le asigna el pseudónimo de Jueves, y descubre que los otros miembros del Consejo son también policías. Su descubrimiento se generaliza, y todos los miembros del Consejo caen en la cuenta de que están luchando ente sí, no contra los anarquistas. Incluso averiguan que su presidente, Domingo, es el policía que los ha reclutado. El problema de nuestros sindicalistas y huelguistas es que no han dejado de ser Jueves, y en consecuencia, no han descubierto todavía que están luchando entre sí, es decir, que luchan contra los trabajadores que dicen representar.