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El legado de Alan Lomax > Benito Cabrera

Alan Lomax (1915-2002) fue uno de esos personajes del siglo XX que dejaron la impronta de un trabajo titánico, aunque su figura no sea popular entre el gran público. Folklorista, etnógrafo, viajero, cineasta, escritor, compositor de canciones… su vida fue un incansable periplo por caminos, entre los que buscó a los parias de la sociedad para que le cedieran el tesoro de sus melodías ancestrales. Él inspeccionó esa “república invisible”, en la definición de Greil Marcus, entrevistando a presidiarios, negros pobres, aldeanos perdidos en cualquier país ignoto y a todos los que tenían alguna canción que ser registrada.

Como todo personaje relevante, no estuvo exento de polémicas y el FBI lo tenía fichado, porque no podía ser fiable alguien que dedicara su vida a tales menesteres. En 1933 hizo su primer viaje, acompañando a su padre John, por cárceles estatales y a sueldo de la Biblioteca del Congreso de Washington. Iban provistos con una grabadora de discos de acetato prestada por la viuda de Edison. Conoció a los más importantes cantautores, bluesman, compositores y antropólogos de todo el mundo y durante seis décadas no dejó de hacer acopio de material, acumulando al final de su larga vida, un archivo compuesto por 5.000 horas de grabaciones, 150.000 metros de película, 5.000 fotografías y descripciones sobre las costumbres de medio mundo. España y su folklore lo cautivaron durante seis meses, durante los que hizo registros en once comunidades. Canarias no fue una de ellas.

Su sueño fue que ese legado estuviera disponible para todo el mundo. Lejos de imaginar siquiera la existencia de Internet cuando empezó, a una década de su muerte, hoy podemos ver ese objetivo hecho realidad. Accesible y gratis en www.culturalequity.org, se trata de una gran fiesta cultural, a la que estamos invitados para su disfrute y estudio.