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Falta de diálogo institucional > Manuel Iglesias

Las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias tenían todos los antecedentes para derivar a un asunto conflictivo y día tras día se han ido dando las circunstancias agravantes para llegar al enfrentamiento abierto, algo que se ha producido tras el acuerdo del Consejo de Ministros para aprobar los sondeos a Repsol y la respuesta en contra del Gobierno de Canarias y de los cabildos insulares de Fuerteventura y Lanzarote, apoyados por asociaciones hoteleras y turísticas y por distintos colectivos.

Mientras que en la provincia de Santa Cruz de Tenerife el tema se sigue con preocupación, pero sin alta implicación directa, en la provincia de Las Palmas se ha producido una clara división insular. Por una parte, majoreros y conejeros en contra, mientras que en Gran Canaria aparecen influyentes voces a favor, especialmente de los poderosos lobbys portuario y empresarial, con declaraciones, por ejemplo, del presidente de la Confederación Canaria de Empresarios, Sebastián Grisaleña.

Obviamente la percepción del problema tiene que ser diferente porque en Lanzarote y Fuerteventura se ven las prospecciones como un riesgo medioambiental y para su oferta turística, si se produce un derrame, mientras que los grancanarios miran hacia las oportunidades de negocio que podrían obtener si en el puerto de Las Palmas se asienta la base del proyecto.

Dentro de esta materia existe asimismo un aspecto político que deriva de que el Gobierno de Madrid lo ocupa el PP, mientras que el de Canarias es de Coalición Canaria y el PSOE. En las distintas ópticas de la cuestión tienen mucho que ver las rivalidades de partido y los afanes para el desgaste del adversario -es evidente el desapego entre José Manuel Soria, Paulino Rivero y José Miguel Pérez-, y quizás hay también algo de uso de la disputa para desviar la atención de otros problemas.

Y está la evidente torpeza de Repsol, que dejó crear en Canarias un problema que podía haber atenuado si hubiera ejercido un papel más adecuadamente informativo y más documentado y didáctico en las Islas. Parece que sus representantes han sido unos chapuzas que difícilmente van a poder enmendar ya por sí mismos el gran daño que han causado a sus propios intereses por su errónea valoración de la situación y de la estrategia.

Lo peor es que estamos ante una falta de diálogo institucional en la comunidad canaria que se observa nítidamente y que augura un mal futuro. Es un enfrentamiento, y es de temer que esté sólo en la etapa de comienzo de divisiones entre Islas y de crispaciones. Si todo indicaba antes que íbamos a llegar a este choque, los datos de ahora hacen pensar que se va a trasladar la oposición a la calle y a otras instituciones, con más tensión social. Lo que nos faltaba -¿o lo que se quería?- en un ambiente ya cargado por la crisis y el desempleo.