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Fútbol y huelga > Enrique Arias Vega

A ningún piquete informativo se le ocurrió parar el encuentro de fútbol entre el Atleti y el Hannover durante la huelga del pasado día 29. De haberlo hecho, sus miembros habrían perecido en el intento, porque con el fútbol no se juega. Ésa es la paradoja: a mayor crisis económica, mayor afluencia a los estadios, aunque muchos aficionados apenas tengan luego para comer. Algo de eso sucedió en Argentina durante la peor etapa del corralito, hace diez años: el precio de las entradas del partido Boca-River Plate, por ejemplo, batió todos los records. Lo curioso es que nadie se mete con el fútbol ni con su costosa liturgia. El mismo personal al que le escandalizan los 10 millones anuales que cobran ejecutivos como Alfredo Sáenz, Sánchez Galán o Francisco González no dice ni pío del sueldo de 13 millones de Cristiano Ronaldo ni de los otros tantos que se embolsa en concepto de publicidad. Estamos hablando, además, de una actividad, la futbolística, insolidaria con el conjunto de los ciudadanos. Los clubes de fútbol españoles adeudan 752 millones a la Seguridad Social, es decir, a la misma que debe financiar nuestra salud, nuestras pensiones y otras prestaciones sociales. Y en vez de manifestarnos cabreados ante los estadios, sólo lo hacemos frente a las entidades bancarias. En tiempos de Franco, donde el fútbol tenía muchísimo menos peso social que ahora, se decía que era utilizado por la dictadura para adormecer con él a los ciudadanos. Ahora, tras 35 años de democracia, somos nosotros mismos, al parecer, quienes sin ayuda de nadie nos inyectamos la droga del fútbol para así huir de nuestra cotidiana realidad.