...y no es broma >

Gafas 3D > Conrado Flores

Investigadores del legendario instituto óptico Varilux han alertado de que la exposición de la vista a una pantalla de tres dimensiones (3D) durante un largo periodo de tiempo puede tener efectos nocivos para la salud. Según parece, para conseguir engañar al cerebro al reproducir imágenes estereoscópicas, nuestros ojos se ven sometidos a altos niveles de estrés. Así estamos: estresados hasta los ojos. El número de cosas de las que no podemos abusar sigue aumentando: el café, el alcohol, las grasas, los hidratos de carbono, la sal… Y ahora el 3D.
Recuerdo que tras el estreno de la película Avatar, esa especie de Pocahontas en el espacio, protagonizada por aquellos seres que parecían salidos del cruce entre una elfa y un pitufo, algunos profetas nos aseguraron que a partir de entonces el cine ya no sería el mismo. Muchos amantes del cine sentimos verdadero pánico ante lo que se nos venía encima.

Pero resulta que no. Atendiendo a varias encuestas sobre las preferencias de los espectadores, da la sensación de que al 3D actual le podría volver a ocurrir lo mismo que le ocurrió en los 80 y convertirse en una moda más o menos pasajera. No es extraño que tras varios años de efervescencia, la venta de televisores 3D se haya estancado en EE.UU. y no parezca que en Europa se esté invirtiendo esta tendencia. Particularmente, me niego a pensar que ver la televisión llevando puestas las gafas de Roy Orbison pueda ser el futuro.

Lo que queremos los espectadores es que nos cuenten buenas historias que nos hagan soñar, reír y llorar. A mí me da igual si tengo la impresión de que voy a chocarme contra un muro o si la metralla de las bombas parece que pueda sacarme un ojo. Lo importante no puede ser lo que me pase a mí sino a los protagonistas de la película.
Y ahora que nos habían convencido de que el futuro era ver cine junto a tu familia en el salón de tu casa detrás de unas ridículas gafas, llega la película muda y en blanco y negro The Artist, y se convierte en una de las más taquilleras en las carteleras de todo el mundo. Para emocionarte no necesita ni piruetas, ni explosiones, ni toboganes, ni gafas 3D. Todavía hay esperanza.