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Huelga política con aroma andaluz > Fernando Fernández

Cuenta un amigo socialista que siendo adolescente pidió a un venerable militante que le enseñara como ser un buen socialista, a lo que éste respondió: No, m’hijito, primero tienes que aprender a leer y a escribir bien y le recomendó la lectura de Cervantes y de Galdós. Hoy no son pocos los militantes de la causa que no han hecho ni una cosa ni la otra y para verificarlo solo hay que leer a los muchos que a diario se expresan en los medios de comunicación, ya sean hablados o escritos. Por desgracia, eso ocurre no solo en los voceros de la izquierda y es un mal extendido por todo el espectro político. Está en el manual del buen sindicalista que la huelga general es una huelga política. Los ilustrados saben que durante décadas un sector de la izquierda opositora al franquismo pregonó una y otra vez lo que en sus papeles de la clandestinidad llamaban la H.G.P., que produciría la caída de la dictadura. Aquello era a la vez una redundancia y un oxímoron. Literalmente redundante, porque la huelga de ser general, sería política; y un oxímoron en lo conceptual, porque el general murió, si no plácidamente, si en la cama y con una avanzada edad.

Hoy se celebran elecciones en Andalucía, donde después de 33 años el PSOE perderá el poder que allí ha ejercido como si fueran los dueños del cortijo. Y para dentro de 4 días, los líderes sindicales mas mediáticos han convocado una huelga a la que han llamado general y se han adelantado a decir que solo tendrá éxito si consigue paralizar o modificar sustancialmente la reforma laboral actualmente en trámite de aprobación por el Congreso de los Diputados. Como esa reforma no se paralizará ni modificará sustancialmente, hemos de aceptar que esta huelga política fracasará, aunque no será eso lo que dirán los sindicatos convocantes ni los partidos que los secundan, especialmente el socialista. Otro error de Rubalcaba, a quien a partir de estas 2 fechas aumentará el peso del plomo que lleva en sus alas.

De ser correcto este análisis, no acierto a explicarme esta huelga política convocada, según dicen, para defender los derechos de los trabajadores. La realidad es que la huelga no ha sido convocada por los motivos confesados sino por otros bien diferentes; para tratar de conservar algunos de sus privilegios y, haciéndola coincidir con las elecciones andaluzas, tratar de movilizar a un electorado que ha dado la espalda a los socialistas. No parece que vayan a conseguir ni una cosa ni la otra.

Los mediáticos líderes Méndez y Toxo ven que se les acaba el chollo de las subvenciones públicas multimillonarias, gracias a las que han vivido tan ricamente. Si el maestro Tuñón de Lara viviera para escribir una nueva edición de su antología sobre el movimiento obrero en la historia de España, sería interesante conocer como trataría el papel de los sindicatos durante los último tiempos y el desprestigio al que los han llevado unos líderes, de quienes los millones de desempleados a los que dicen representar se sienten olvidados y hasta ofendidos por lo que se ve y se conoce de sus comportamientos personales. Choca un poco, francamente, ver al Sr. Méndez con un Rolex en la muñeca y al Sr. Toxo con su bufanda Burberry al cuello para protegerse de las inclemencias del tiempo. Por no citar su negativa a hacer público lo que cobran de sus sindicatos, cual si diputados de nuestro parlamento fueran. Una vergüenza y un escarnio, francamente.