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La columna de Churchill> Tinerfe Fumero

El desastre colectivo de una España mortecina

¡Vaya fracaso colectivo el de España! Más de treinta años después de la promulgación de una monarquía parlamentaria garante de los derechos y libertades de los ciudadanos, se afronta la crisis político-económica actual desde el sálvese quien pueda, sin atisbo al entendimiento común ni espacio para la búsqueda de soluciones. Adaptarse a los tiempos, en definitiva.

Con herramientas del XIX

Los sindicatos mayoritarios españoles son parte del problema. Es el resultado de su complaciente adopción de las canonjías de la partitocracia. Es sintomático que ayer optasen por la huelga como medida de presión. No ha llovido, no, desde la revolución industrial a hoy sobre esta sociedad, que ya no es obrera sino consumista. Bajo los adoquines del tranvía no hay arena de playa, sino billetes usados.

Uno de catorce, sobrados

Si los sindicatos españoles y europeos tuvieran la representatividad efectiva que les conceden las leyes, bastaría con lograr que entre el 30% y el 40% de la sociedad celebrase jornadas sin consumo (o consumo mínimo, si gustan) como medida de protesta. Bastaría con una cada dos semanas para que el capital se sentara a negociar lo que hiciera falta. Para eso hace falta liderazgo, imaginación… y ciudadanos. A ver cuántos optarían por la guagua para no gastar en gasolina o abrirían un libro como alternativa a Belén Esteban y José Mourinho, payasos de la tele de hoy.

Medio día en la memoria

Total, nadie hablará más de la huelga general desde que se conozca el proyecto de presupuestos general del Estado previsto para hoy y que agravará la recesión de la economía española… y provocará el desmantelamiento de parte de la sanidad canaria, por no ir más lejos de estas castigadas ínsulas.