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La hora de Gran Canaria > Jorge Bethencourt

Ha llegado “la hora de Gran Canaria”. Y “cuando la isla se pone en marcha, nada podrá detener su trayectoria”. Estas palabras, que resonaron en el teatro Cuyás de Las Palmas, son el nuevo sonido de un viejo campanario. El Cabildo de Gran Canaria ha dejado de ser mudo. La isla habla y pide justicia, equilibrio, equidad. José Miguel Bravo de Laguna, presidente de la Corporación insular, ha puesto letra, brillante, a una nueva política construida sobre los viejos cimientos del insularismo.

Quien a hierro mata a hierro muere, habrá pensado Bravo. Jerónimo Saavedra consideró que aquel insularismo que defendía ATI, apelando a que había llegado la hora de Tenerife, era “un sarampión pasajero”. Se equivocó. Se expandió por todas las Islas, arraigó en la naturaleza política y ofreció un refugio donde cabían casi todas las ideologías.

Saavedra fue el primero que propuso que Canarias era posible. Y lo sería. Pero después. Y de una forma complicada y turbulenta. Los que retiraron a Saavedra del Gobierno -para quedarse en él hasta hoy- se quedaron también con el mensaje de la Canarias posible y dejaron el insularismo atrás como un atavismo. Como los olores de la casa de la abuela, entrañables pero un poco casposos.

Bravo de Laguna, en un contundente discurso, ha levantado el telón de un nuevo escenario. La autonomía no es la coartada para que Santa Cruz de Tenerife recupere la capitalidad a través de un gobierno regional convertido en herramienta de sus intereses. Gran Canaria aporta más dinero a los presupuestos de lo que recibe en servicios e inversiones. Ninguna isla debe imponerse sobre las demás… El discurso tiene todas las claves del viejo y buen insularismo con que el que el PP va a crear un segundo frente interior en Canarias. Rivero se va a tener que partir la cara con Madrid y con Las Palmas. Una pinza espléndida, un movimiento envolvente que el general Soria debe haber diseñado con una sonrisa irónica. Porque tiene su gracia, tanto tiempo después, poder devolverle a los nuevos nacionalistas un poco de su viejo y eficiente discurso. Tan bueno que les llevó al poder.

Sólo el último cañonazo de la guerra del petróleo, la cantada autorización a Repsol por el Gobierno central ha restado trascendencia al vibrante discurso de Bravo.

Pero esto va para largo. Y el presidente del Cabildo de Gran Canaria, que tiene muy bien amueblada la cabeza, lo sabe de sobra.

Twitter@JLBethencourt