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La Iglesia homenajea a los 333 sacerdotes españoles que trabajan como misioneros en Sudamérica

EFE | Madrid

La Iglesia católica rinde hoy homenaje a los 333 sacerdotes españoles que trabajan como misioneros en Sudamérica y reza porque muchos más se animen a ofrecerse para la docencia de seminaristas o la evangelización de los bautizados en aquel continente.

Solo en el último año, diez sacerdotes españoles han cambiado sus parroquias españolas por destinos como San Pedro Sula, en Honduras, Chuquibamba, en Perú, o Veracruz, en México.

Son los integrantes de una iniciativa de “cooperación misionera entre las iglesias” de ambos lados del Atlántico que organiza, desde 1959, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA).

Con motivo del Día de Hispanoamérica, el obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián, recuerda en una carta pastoral cuando, hace 50 años, los seminaristas eran animados a ir a aquel continente, ya que “se está jugando el futuro de la Iglesia católica en esos países”.

Eran los años en los que España enviaba a Hispanoamérica de media más de un centenar de sacerdotes al año, además de los cientos de religiosos y laicos que partían para colaborar con aquellas diócesis en la tarea evangelizadora.

Salvo en 1963, año en que, en respuesta a un llamamiento especial del recién elegido papa Pablo VI, 260 sacerdotes españoles se sumaron al reto evangelizador en Hispanoamérica, explica el director de la comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, Anastasio Gil.

Hoy en día, el número de sacerdotes españoles que parte hacia Sudamérica no suele ser más de 15 anualmente, una dato que a Gil no le resulta preocupante, dado que “el porcentaje sobre el número de sacerdotes ordenados cada año se mantiene estable”.

El perfil del sacerdote dispuesto a cambiar su vida habitual en España por “los puestos más difíciles” en Sudamérica es el de un hombre “que se ha quitado la boina y ha dejado de pensar solo en su parroquia y está interesado por el bien de la Iglesia universal”, explica Gil.

Se trata de sacerdotes de unos 40 años, con un fuerte compromiso de atender a los más necesitados y más pobres, que está “bien formado psicológica y eclesialmente” y que tiene una buena capacidad de trabajo en equipo.

Aunque también ha excepciones como la de Antonio Ferrer, un sacerdote valenciano de 65 años que ya estaba jubilado en España y ahora está de misionero en Carabayllo, Perú.

Los sacerdotes de OCSHA, que no dejan de depender de su diócesis española, firman un contrato por 3 años que antes se renovaba indefinidamente, dado que “los que se van, suelen querer quedarse”, aunque actualmente la Iglesia española les “insiste” para que vuelvan a los diez o doce años.

“Primero para que no pierdan el ritmo y el contacto con su diócesis, pero sobre todo porque los que vuelven son fermento para que vayan otros”, dice Gil.

Existen dos tipos de misión que se les suele encomendar a estos sacerdotes: la docencia y la evangelización.

Según el obispo Milián, en estos tiempos la Iglesia de España y la de Hispanoamérica se enfrentan a “parecidos desafíos: la secularización, la hostilidad frente a la presencia pública de la Iglesia y de su mensaje y las corrientes hedonista y relativista propiciadas por la sociedad de consumo”.