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La peor de las imágenes en el mejor de los paraísos> Cristina Hernández

Estoy cansada de escuchar un día sí y otro también que vivimos del turismo. Nuestros políticos no hacen sino recordarnos que nuestra economía se basa en un porcentaje muy alto en nuestros visitantes. Se cansan de hablar de las bondades de esta tierra, que son muchas, cierto: paisaje, clima, gastronomía, la amabilidad de sus gentes, montaña, playa, etcétera… Reconozco que hacía muchos años que no estaba en el Teide. Tantos, que recuerdo que tenía 14 años. La primera, última y única vez. Hasta ahora. Ahí es nada. Y, por supuesto, con esa edad, no tenía ninguna conciencia de lo que me rodeaba. Hace un par de semanas fui con mi grupo de pateos a subir Pico Viejo. Estaba hipnotizada por semejante belleza. Me decía una y otra vez: claro, con razón los turistas vienen aquí y se quedan impresionados, maravillados y enamorados de este paisaje. Es lo más increíble que he visto. Unas vistas únicas en un entorno privilegiado. Los alrededores, cuidados. Todo perfecto. Bajamos Pico Viejo y solo apetecía tomarse algo fresquito después de unas cuantas horas de caminata. A partir de ese momento, mi día cambió totalmente. No puedo llegar a entender cómo es posible que en nuestra mejor carta de presentación, en esa gran ventana abierta al mundo, se pueda tener una cafetería como la que ofrece el Parador Nacional. Cómo pueden permitir que esté en esas condiciones; cómo se puede fallar de una manera tan catastrófica en algo tan básico. Creo que en cualquier esquina de Tenerife hay una cafetería más decente que la que está en el Parador Nacional del Teide. Un lugar por el que pasan miles de turistas año tras año. Qué pena que se lleven una imagen tan mala del servicio de nuestra Isla y de nuestros productos. Les resumo y espero no aburrirles, aunque seguro que la mayoría de ustedes la conoce. De hecho, muchos amigos coinciden conmigo, pero no tienen la suerte de expresarlo en una tribuna como esta. Una cafetería self service descuidada, sin apenas productos, sin servicio de camareros y donde no ves género canario ni de casualidad. Por nombrar algunos de sus productos estrella: una única cerveza (internacional); alguna de Tenerife podrían ofrecer, ¿no? Vamos, visitar un país, querer probar sus productos y encontrar de todo menos lo autóctono. Si quieres un zumo de naranja natural, ten claro que será de naranjas importadas a cinco euros el vaso de plástico que tú tienes que ir a buscar y llevártelo a la mesa. Cinco euros te cobran en Madrid en el puesto de zumos de frutas naturales del Mercado de San Miguel. Igualito, vamos. De la sección de repostería mejor no hablo porque me enervo. Gracias a Dios, no tenemos repostería tradicional en esta tierra para tener que ofrecer solo donuts, una especie de pachangas tan desagradables a la vista que invitan a todo menos a comérselas y unas porciones de tartas que no pueden ser más artificiales. La parte de comida la obviaré. Los bocadillos y sándwich invitaban a todo menos a comértelos. Es la decepción más grande que me he llevado últimamente. Y bueno, la tienda de souvenirs me tuvo hablando sola tres días. La palabra para describirla es cutre. De gastronomía dos cosas mal puestas con los estantes llenos de polvo: unos chocolates, una par de mieles, dos mojos y unas galletas. Y la parte de artesanía, mejor ni nombrarla. El resto, desordenado y con aspecto descuidado. ¿Cómo podemos dar ese servicio en un lugar tan emblemático como el Parque Nacional del Teide? Se que la red de Paradores depende del Estado pero, de verdad, ¿nadie puede hacer nada en este asunto? ¿Los políticos suelen ir por allí? ¿Nadie se fija en eso? ¿Qué opinaríamos si nos encontráramos algo así en otro lugar? ¿Soy la única que piensa así? Día a día, nos invitan a consumir productos de nuestra tierra y sobre todo, promocionarlos en el exterior. A vender lo nuestro. Yo me apunto al carro porque además, me apasiona. Tenemos una enorme riqueza en todos los aspectos que no sabemos valorar, pero, ¿Es tan difícil hacer las cosas bien? Quizás sería bueno analizar el porqué de esta situación. ¿Será porque se financia con dinero público y no duele? Está claro que a veces es más fácil decir “eso no es competencia nuestra” que hacer lo imposible por cambiar lo que nos perjudica. Yo creo que algo hay que hacer y ayer, es tarde. No valen excusas. La perfección y la máxima excelencia son muy difíciles de alcanzar, pero aspirar a ellas es una gran forma de mejorar. Debemos hacerlo ya.