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Lección olvidada > Alfonso González Jerez

Escucho una conferencia del profesor Antonio Macías -sin duda la principal autoridad historiográfica de este desmemoriado país- y lo hago con la atención que reclama un sabio y no un funcionario marengo de la Academia de Corte y Confección de Créditos en la que se ha transformado la institución universitaria. El doctor Macías explica la decisiva importancia que en la estrategia económica de la colonización de Canarias jugaron la banca y los inversores genoveses. Una influencia que difícilmente cabe exagerar: los genoveses financiaron la colonización y el cultivo de la caña de azúcar a cambio de un conjunto de condiciones que Fernando el Católico tuvo a bien admitir, porque, si no, no veía un maravedí: libertad comercial (venderemos el azúcar a quien quisiéramos, no solo a los peninsulares, y eso implica que aquí podrán atracar navíos de cualquier bandera), libertad de circulación (es necesario abrir las puertas a todo el mundo para asegurarnos la llegada de colonizadores y operarios para los ingenios) y cierta libertad fiscal (pagando impuestos mucho más bajos que en la Península, incluso más bajos que en Madeira, donde los genoveses ya habían sentado sus reales azucareros). Así se creó una sacarocracia en las Islas (especialmente en Gran Canaria, Tenerife y La Palma) y comenzó a articularse una economía monetaria en unas islas con un régimen económico, comercial y fiscal claramente diferenciado de las demás posesiones de la Corona española y que, por las características señaladas, y atendiendo a los saldos económicos y fiscales con Madrid, muy difícilmente podría considerarse una colonia.

Durante muchos años la economía canaria se mantuvo incardinada en el comercio internacional. Dispusimos de agroexportadores, empresarios e incluso (a principios del siglos veinte) algunos banqueros que competían realmente gracias a un acervo económico-fiscal y a una inteligencia que se movía entre las oportunidades y el oportunismo. Cada vez que este fuero económico-fiscal se vio estrangulado políticamente (centralización borbónica o dictadura franquista) la economía isleña se desmoronó, se disparó la emigración, el hambre se enseñoreó en ciudades y campos y los cementerios se llenaron que era un primor. Fue hace pocas décadas cuando se optó por completar (o deformar) una tradición económica dinámica y competitiva por un conjunto de garantías de fondos y subvenciones a través de la Unión Europea. Al final el profesor Macías afirmó, con una pizca de cansancio en su voz, que a los políticos canarios no les vendría mal conocer un poco de historia económica de su propio país. Entonces fue cuando encogió un poco los hombros, como si acabara de mencionar un milagro, y a todos los que estamos presentes nos llegó, aterido, el soplo helado de la lecciones de la Historia que somos incapaces de deletrear.