a babor>

Límites>Francisco Pomares

Resulta muy chocante la hipocresía con la que a veces reacciona nuestra sociedad ante la independencia de criterio. Margarita Ramos, consejera regional de Empleo (y otras yerbas añadidas por los pactos), ha planteado la necesidad de saber si Canarias puede sostener eternamente un modelo económico basado en la presencia de doce millones de turistas anuales, que consumen territorio, agua y energía. No se trata de una pregunta académica pero tampoco de una propuesta de actuación ejecutiva: la señora Ramos no ha propuesto cerrar mañana las fronteras al turista doce millones y uno. Lo que ha dicho, es que hay que preguntarse si el modelo es sostenible, si Canarias puede soportarlo.

Esta región ha vivido a lo largo de la historia tres etapas expansivas de su producción que provocaron una destrucción del territorio que hoy perdura, y que acabaron por colapsar, trayendo ciclos de hambre y de procesos migratorios que todavía llevamos grabados en los genes de nuestra conciencia insular. ¿Alguien se ha preguntado porque la isla de Gran Canaria carece de grandes superficies de bosques? Lo cierto es que millones de árboles de Gran Canaria fueron completamente talados durante el siglo XVI para alimentar la veintena larga de ingenios azucareros que se convirtieron en la fórmula milagrosa para el enriquecimiento de las familias más pudientes. En Tenerife y La Palma, donde también hubo ingenios y trapiches, la producción fue más limitada y no llegó a consumir toda la madera disponible. Si hoy tenemos el monte de la Esperanza, es porque en Tenerife el cultivo de la caña empezó más tarde y la crisis del precio del azúcar -y la hambruna consiguiente- llegaron cuando aún no se había consumado el desastre ecológico. Algo parecido ocurrió con la vid, aunque su cultivo no supuso una trasformación tan radical de nuestro paisaje como la caña en Gran Canaria. Y más tarde con la cochinilla y el cultivo masivo de tunera, que condicionó el abandono de muchos cultivos y es responsable de la aridez de una parte de nuestro territorio.

Canarias ha apostado desde la Conquista por la concentración productiva en lo más fácil. Es la nuestra una sociedad experta en hinchar modelos de éxito hasta su fracaso. El turismo, tal y como nos llega hoy no puede durar eternamente, ni sería bueno para este territorio y sus gentes que así ocurriera. Ya haya quedado claro que un millón de turistas más sólo crean 30.000 puestos de trabajo nuevos. Aun así, comprendo a los empresarios que esperan y desean que la ocupación masiva de sus hoteles se mantenga… Pero: ¿por qué habría de ser irresponsable que alguien recuerde las preguntas que deben hacerse? Lo irresponsable es seguir empeñados en llevar la misma caña a la misma molienda, sin percibir las señales de cambio, ni prever que la bonanza de unos pocos, hoy, puede derivar mañana en más hambre para todos.