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No siempre todo va al ganador > Juan Manuel Pardellas

Pertenezco a la generación que pasó por la Facultad de Filología y tuvo la suerte de asistir a las clases magistrales de Literatura de Luis Alemany, a los muchos a los que desde ese instante captó para siempre, de forma incondicional, con su ingenio, su ironía, su doble, triple y hasta cuádruple discurso (había apuestas por acertar en qué momento se perdería, se quedaría en blanco, pero lo hilaba todo demostrando una memoria prodigiosa).

Su melena blanca me recuerda a la de Pérez Minik, a la de Padrón Machín, su fatalidad (nadie discute si buscada o no) lo iguala a los sin techo de la avenida Pérez Armas y a los grandes de la literatura universal. Su ingenio es un regalo para nuestros lectores. El traqueteo de los tacones en la redacción y un carraspeo anteceden su visita semanal al DIARIO DE AVISOS, para entregar su columna, puntual, milimétrica, austera de adjetivos (en especial contra Franco y la Iglesia) que en puridad le gustaría añadir y apenas escribe ya, por prudencia disciplinada.

Aquí, en el Decano, pudo cruzar las puertas que no se abrían ya en ningún sitio y ha resistido a la tentación de cerrárselas. La vida no es justa con los mejores, es simplemente vida. En crisis como ésta, más llena de miserables implacables con los supuestos débiles, los vividores, los carpediemistas de manual. Todo eso y lo mucho que sabemos de él, tú, lector, mi bolsillo y yo, todo eso y más es el profesor Alemany, uno de los grandes, de verdad. Me acuerdo hoy de los funcionarios de tantos departamentos que este último año le han hecho la vida tan imposible con montañas de burocracia. Nadie ayuda ni premia a los perdedores, mucho menos un Gobierno.

Por eso la concesión de este Premio Canarias de Literatura es tan excepcional y justo. Por fin, no todo va al ganador.