VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife
Manuel de Vega es catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna (ULL) y director del proyecto estructurante Neurocog que inauguró, hace unas semanas, su nueva sede. Es muy probable que el edificio se vaya a quedar escaso de investigadores jóvenes debido a la crisis. “Algo que es de una miopía social tremenda”, afirma al considerar que un país como España no puede hipotecar su futuro investigador pues estaría negándose su avance.
-Neurocog viene a perpetuar la calidad investigadora que tiene la Facultad de Psicología de la ULL… ¿qué va a aportar de nuevo?
“Está claro que la Facultad de Psicología tiene un nivel de rendimiento y productividad aceptable pero Neurocog no es un proyecto de esta facultad; es más amplio y multidisciplinar e incluye a grupos de Medicina o Física de la ULL y a algunos de la ULPGC. Es una red científica abierta con proyección regional e interdisciplinar”.
-Precisamente, en este momento, la interdisciplinariedad lleva a los orígenes de esta rama del conocimiento: la Neuropsiquiatría que durante mucho tiempo se denostó, pero que ahora vuelve a tener sentido…
“Efectivamente, nosotros mismos, durante muchos años, hacíamos Psicología Cognitiva y nos centrábamos en el estudio de la conducta y olvidábamos el cerebro. Mientras tanto, otros grupos hacían neurociencia. Sin embargo, en los últimos años los avances en las técnicas y la tecnología nos permiten estudiar la conducta y las emociones al mismo tiempo que podemos comprobar cómo es la respuesta cerebral, física, gracias a la electrofisiología cerebral o la resonancia magnética. Ahora, podemos ver en tiempo real qué áreas del cerebro se activan ante una determinada conducta o respuesta. Esto permite la interdisciplinariedad y que el estudio del cerebro requiera de neurólogos, psicólogos, ingenieros, físicos…”
-Este 2012 se celebra el año de la Neurociencia y se dice que estamos en la década del cerebro… ¿Qué nos queda por saber?
“La Neurociencia es la gran disciplina del siglo XXI, junto con la Genética y la Física de Partículas. Es vital porque es una ciencia básica que permite saber cuál es el comportamiento del cerebro, que es el órgano que regula todo nuestro cuerpo: nuestra conducta y la interacción con el medio. Hay lesiones cerebrales que dejan a la gente sin poder caminar. Y, luego, hay algo que está más en el campo de la Filosofía que es nuestra identidad. Quiénes somos. El cerebro recoge la naturaleza humana incluyendo nuestra creatividad. Hay grandes retos en el estudio de los neurotransmisores, en las enfermedades neurodegenerativas de las que poco aún sabemos; y, también, en conocer las funciones del cerebro. Por ejemplo, no sabemos cómo somos capaces de recuperar la conciencia tras haberla perdido totalmente durante el sueño o en un coma. Es una función fantástica”.
-Todo eso es muy amplio e incluye muchas disciplinas… ¿Todos los investigadores del cerebro deberían convertirse en un único cerebro?
“Así debería ser, aunque es difícil. Todo es importante: desde conocer qué mecanismos bioquímicos tienen lugar en las neuronas hasta lo más conductual. El cerebro humano es fruto de la evolución de la especie. Es un sistema corpóreo que regula, también, las relaciones entre los humanos. Tiene, al igual que ocurre con los chimpancés o las abejas, mucho de social”.
-Ahora… sabemos mucho sobre las reacciones bioquímicas en el cerebro de sentimientos como el amor… ¿No le quita romanticismo?
“Yo no siento eso. Me maravilla y me parece un privilegio humano entender algo de cómo somos y aproximarnos a estos mecanismos fisiológicos es fantástico. Hace un siglo se hablaba de cuerpo y mente como dos cosas muy distintas. La neurociencia ha sido un golpe duro a estas posiciones dualistas porque, el amor, la amistad… los sentimientos tienen una base material. Seguimos sobrecogiéndonos ante la belleza de un cuadro. La experiencia sigue siendo igual e, incluso, más interesante”.
-¿El cerebro se modula en función de la sociedad en la que se encuentre su propietario?
“No exactamente. El carácter social ha generado mecanismos muy complejos conocidos como la mente social o la teoría de la mente. Nuestra cognición es cooperativa. Interactuamos de forma cooperativa y, también, competitiva. La capacidad social es lo que implica, por ejemplo, ser capaces de interpretar las intenciones o la mente de los que tenemos alrededor solo por la expresión de su cara. No necesitamos telepatía para eso”.
-¿Podemos modificar nuestro órgano rector?
“El cerebro es plástico. Heredamos un cerebro pero somos responsables de lo que ocurre con él. Las decisiones que tomamos lo modelan. Hay estudios que constatan que los taxistas tienen unas capacidades cerebrales diferentes al resto de la población…”
-Entonces… ¿somos responsables de la madurez de nuestro cerebro?
“En cierto sentido sí. No podemos achacarlo todo a la naturaleza. La clave de tener un cerebro sano está en el trabajo. En el entrenamiento continuado y constante. Cuanta más actividad neuronal se realice, más plasticidad cerebral se tendrá. Se ha demostrado que las personas con entrenamiento mental, tienen menos patologías cerebrales en la tercera edad”.