Esto no se cobra>

O todos o ninguno> Cristina García Maffiotte

Se acabó. Aquí o jugamos todos o que se rompa la baraja. Que ya está bien de que nos tomen por idiotas. Que no puede ser que nada más arrancar el día te entre el malhumor. Que no, hombre, que no. Que poner la radio y empezar a sentir como la bilis te sube por el esófago es todo uno. Que sentarte en un bar a tomar un café y notar que la mala leche te invade tras abrir el periódico que estaba en la barra no puede ser bueno para la salud. Que ya está bien de que nos pidan que arrimemos el hombro.

Que sí, que hay que hacer esfuerzos, por supuesto. Que tenemos que asumir sacrificios, pues también. Pero todos o ninguno. Que no se pueden seguir anunciando recortes mientras comprobamos que hay quienes siguen jugando con el dinero público como si este Apocalipsis financiero no fuera con ellos. Que no es solo que el cuadro del anterior presidente del Congreso cueste una millonada (gasto necesario donde los haya, ¿verdad?) y tampoco que el Parlamento de Canarias vaya a destinar medio millón de euros (que se dice fácil) a retransmitir los plenos (ya me imagino las audiencias disparadas), no. No es solo esa sensación de que la vara de medir no es la misma para todo el mundo. Es la certeza de que mientras los ciudadanos pagamos a golpe de austeridad y recorte en servicios y prestaciones, hay quien no se ha retratado en esta película de miedo en la que vivimos desde 2008.

Así que antes de anunciar (más) recortes me tienen que explicar qué responsabilidades asumen quienes han gestionado mal. No, no me hablen de los mercados, de la prima de riesgo y de la deuda soberana. No miren para otro lado porque no les pregunto por el parqué de las bolsas, ni por los flujos inversores, ni por los grupos de inversión. Y tampoco me salgan con que el problema es heredado porque todos han participado en la misma fiesta aunque unos la hayan disfrutado con barra libre y otros se tuvieran que pagar las copas. Todos bailaron con la misma música y ninguno mandó parar al DJ. Pregunto por cosas más terrenales. Lo que quiero son respuestas a las preguntas que me asaltan cada vez que me asomo a un titular y que me hacen hervir la sangre. Porque por mucho que leo y releo no encuentro explicación lógica a que los clubes de fútbol deban mil millones de euros a Hacienda y a la Seguridad Social.

Quiero saber cómo ha sido posible que se acumulen esos impagos y cómo se ha permitido. Por qué sus presidentes se pasean y son recibidos en despachos oficiales cuando nos deben (a usted y a mi porque Hacienda somos todos, ¿no?) una morterada. Quiero saber qué acción más allá de pagar a los proveedores se van a tomar con esos ayuntamientos que deben facturas de hace hasta trece años. No me vale con que se subsane la deuda. Quiero saber si se abren (y sirven para algo) expedientes a los funcionarios, tesoreros e interventores que permitieron que unas facturas durmieran durante años en cajones. Y sí, también quiero saber los nombres de los políticos que ordenaron esos cargos y cómo van a asumir la responsabilidad por tan mala gestión. Quiero saber cómo es posible que el presidente de Telefónica anuncie unas ganancias personales millonarias cuando esa empresa privada se acogió hace nada a un ERE salvaje que obligaba a la Administración a pagar parte de esos despidos. Quiero saber por qué esa doble vara de medir siempre nos toca a los mismos por el lado más largo. Quiero levantarme por la mañana sabiendo que todos, absolutamente todos, estamos en el mismo saco. Aunque sea un saco lleno de deudas.