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País de mentecatos > Jorge Bethencourt

La Guardia Civil de Baeza (Andalucía) ha detenido a unos padres por castigar a su hija de 16 años a no salir de su casa. La eficiente actuación de este ejemplar cuerpo de la Seguridad del Estado, publicada en la prensa nacional, ha traído un soplo de tranquilidad en medio del incremento de la inseguridad ciudadana. Los padres, al parecer, podrían ser acusados de detención ilegal o incluso secuestro. Que caiga todo el peso de la ley sobre esos desaprensivos.

Esta podría ser una de las primeras actuaciones que van a sucederse en defensa de los derechos de los pobres adolescentes. Al padre que castigue con una nalgada o un coscorrón a uno de sus hijos, se le procesará por agresión y lesiones con la agravante de violencia de género si el castigo físico se realiza sobre una niña. Si se le obliga a comer por la fuerza algún alimento que no les guste, la fiscalía podrá intervenir acusando a los desaprensivos progenitores por un delito de coacción. El maltrato verbal, como la reprensión con palabras tales como “vete inmediatamente a la ducha, no seas cochino”, “qué horas son estas de llegar, eres un golfo”, o “como le vuelvas a contestar así a tu madre te doy una tunda” puede incurrir fácilmente en ser tipificado como delito de amenazas. Y el BOE publicará el listado de regalos de Reyes autorizados.

La deriva hacia una sociedad gestionada por mentecatos, con normas que traspasan las fronteras de la indigencia intelectual, alcanza así nuevas cotas de surrealismo. La pandilla de incompetentes que han arruinado este país, que no desperdician una sola oportunidad de insultarse, despreciarse y devaluarse públicamente, expanden las miasmas de su estupidez a todos los ámbitos de la vida. Ya no somos propietarios de nuestras vidas, de nuestras haciendas y nuestras familias, que están a expensas y a disposición de la intervención o expropiación de quienes consideran que deben ordenar hasta los ámbitos más estrictos de la libertad individual.

Día a día demolemos los cimientos del sentido común. Las leyes ya no regulan la coexistencia, sino la existencia. Ya no es el individuo, sino la sociedad y el interés colectivo que se superpone a todo. Paso a paso avanzamos hacia las democracias totalitarias que temía Revel. Donde cambiamos libertad por seguridad, convivencia por regulaciones, ética por estética, responsabilidad por amenaza. Me queda poco de estar aquí. Y juro que empieza a parecerme una suerte de suerte.
Twitter@JLBethencourt