Plan A sin Plan B > Oliver Landi

Pareciera que la indignación que parece tener Miguel Concepción con su íntimo Paulino Rivero, fundador de este proyecto cutre pero vestido de seda, sobre el recorte en las ayudas es un acto de tinerfeñismo máximo, pero considero más bien que es una gestión a la desesperada ya que las ayudas y subvenciones disfrazadas de “contratos de patrocinio” son y han sido su única gestión (¿?) que ha realizado al frente de la entidad durante más de seis años.

Una diferencia en el término técnico distancia a gobierno autonómico y a las entidades privadas deportivas, el gobierno ahora llama por su nombre al dinero público que otorgaba a los clubes representativos de cada provincia y por su parte los clubs, ahora más que nunca, se amparan en la vigencia de un acuerdo que ni siquiera sabemos si está firmado (acabo de revivir un deja vù) en concepto de patrocinio.

Supongo que debe haber una servilleta, como la que se usó para blindar a Messi, firmada por las partes, donde el Gobierno acepta el concepto de patrocinio por X cantidad de años, si es así, las de ganar, por simple lógica y no porque tenga nociones de legalidad contractual, las tendrían las empresas privadas. Si no, que me huele que es así, el Gobierno Autonómico recortará lo que estime oportuno. Y más aún, los dirigentes de estas empresas privadas tendrán que aceptar con una sonrisa el recorte porque podrían arriesgar el todo de esas cantidades.

Llora el presidente del CD Tenerife y argumenta que esos dineros ya están comprometidos, como si eso fuese un argumento válido que obligara al ejecutivo a pagar un dinero que no está obligado a dar para que un ente privado pueda cumplir con sus pagos y, aunque nunca me ha gustado Paulino Rivero, me sigue oliendo que en este caso él tiene la razón y de paso le apoyo. No es que no sienta los colores, no es que me dé igual que el club se arruine, apoyo la obligación que tiene el ejecutivo de hacer los recortes pertinentes en pro de la mejora de los ciudadanos, seguidores o no del balompié. También apoyaría que los recortes no solo afecten a esas empresas privadas deportivas, sino que, de repente, las obras de la TF2 reciban un acelerón tan descarado como la parsimonia que se mantiene desde hace un año sin casi avances (ver a dos obreros tapando grietas de la mediana no sirve como excusa para mantener cerrada toda una autovía).

Centrándonos en el debate deportivo, que es de eso de lo que se habla aquí, me preocupa emputa que la entidad que dirige desde hace seis años Miguel Concepción no haya sido capaz de generar otro ingreso típico, atípico o de cualquier otra índole si la hubiere, más que las ayudas por patrocinio público. Según puedo recordar Traysesa o Islas (no recuerdo bien cual) no pagó nada en concepto de publicidad cuando el equipo militó nada menos que en primera división, ahí es nada en cuanto a ingresos por publicidad.

El inmovilismo del club ha derivado en una entidad privada que depende exclusivamente de una subvención disfrazada de contrato publicitario para existir. No niego de la dificultar actual para conseguir patrocinantes, pero esta entidad lleva muchos años queriendo ser, de forma interesada, más canaria que el gofio y se olvida que hay empresas más allá de las que forman el entramado empresarial de las islas, hay empresas que aún se mantienen ajenas a la crisis que pueden aprovechar estos momentos de precios bajos para publicitarse o incluso invertir en una entidad deportiva que es capaz de registrar las mejores entradas de público del país aún disputando la tercera categoría de fútbol. Pero no, esto es nuestro y solo de nosotros, pues bien, compren el candado, a ser posible en una ferretería de capital 100% canario, para chapar el club.

Se peca tanto de prepotencia que mientras el resto del mundo aprovecharía la dudosa efeméride de la inauguración del club en su beneficio, nosotros la aplazamos una década y damos por bueno 1.922 como el año de fundación, cuando se podría demostrar (como si se tuviese que hacer ante un juez, entiéndase la ironía) que se fundó en 1.912 pudiendo aprovechar el filón económico que eso podría repercutir en las arcas del club. Además teniendo la oportunidad de volver a celebrar un centenario dentro de 10 años utilizando cualquier excusa para ello, pero claro, todo implica trabajo y eso no es el modu operandis de la entidad.

 

Y así nos va, a base de limosna.