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Presentación del acto con motivo del Día Mundial del Teatro 27 de marzo de 2012

Estatua de Benito Pérez Galdós. | DA


DIARIO DE AVISOS
| Santa Cruz

El acto diario de celebrar las virtudes que el teatro demuestra con cada representación, con cada curso, con cada iniciativa, se cierra cíclicamente cada 27 de marzo con una celebración internacional que se manifiesta de distintas maneras en todo el mundo, porque tan universales son sus beneficios como su lenguaje.

En Canarias, y por iniciativa de la Asociación de Empresas de Artes Escénicas, Réplica, este año, y por segundo consecutivo, se realiza un acto de demostración de afecto y agradecimiento a las artes escénicas, sencillo en su ejecución pero tan grandioso como el espíritu por el que surge.

El día 27 de marzo de 2012 en ambas capitales canarias, se realiza simultáneamente este simple acto cargado de simbolismos escénicos. Arropar y proteger a un ser querido, transformar la persona en personaje, distinguir y realzar una figura y una profesión, mantener una alianza con los principios, llamar la atención de quienes continúan de espaldas…

Don Benito Pérez Galdós y Don Ángel Guimerá, grandes personalidades representativas del teatro en Canarias serán tocados por la profesión y por los amantes del teatro con un único fin: el eterno nuevo principio.

En un tiempo como el actual se corre el peligro de dejar en segundo plano la preocupación por la riqueza cultural del país y de sus ciudadanos, y de la actividad profesional que procura su mantenimiento y desarrollo. Es un grave error menoscabar el apoyo a aquellas actividades que, demostrada su resistencia y viabilidad, deberían formar parte de la plataforma en la que basar la superación de las actuales dificultades; incidir en ese error sería añadirlas al grupo de damnificados necesitado de rescate.

Como sector que forma parte de la industria cultural y contribuye con su actividad al crecimiento sostenido de su aportación al PIB, seguimos padeciendo los problemas derivados de un tratamiento de las administraciones públicas nada acorde con la realidad e importancia de la actividad cultural:

– Exiguas partidas presupuestarias, estatales y autonómicas, y las escasas medidas de fomento y apoyo a un sector en desarrollo y de reconocido futuro, que no admiten comparación con otros muchos sectores productivos, y mucho menos con los presupuestos de países de nuestro entorno con los que pretendemos homologarnos.

– La preservación del talento y la excelencia artística exige el reconocimiento de su necesidad y la aportación de recursos públicos que permitan su desarrollo y su puesta a disposición en las mejores condiciones, del mayor número de ciudadanos posible, como corresponde a un Estado desarrollado, culto y moderno.

– La ineficacia de una Ley de Mecenazgo, carente de los instrumentos y beneficios fiscales adecuados, que no tiene la más mínima incidencia como acicate para la participación de la sociedad civil en la financiación de la actividad cultural privada.

Como sector de la industria cultural, dedicado a la producción y exhibición de espectáculos escénicos, adolecemos de problemas específicos necesitados de soluciones singulares.

El sector está dando muestras de su vitalidad y capacidad de resistencia frente a los múltiples y perturbadores inconvenientes provocados por la actual situación, manteniendo, el nivel de inversión, de empleo y de atracción de espectadores, revertiendo más dinero que nunca al erario público y ofreciendo claras evidencias de que es un sector de futuro, con posibilidades ciertas de crecimiento.

Las autoridades políticas deben tener todo eso en cuenta a la hora de establecer las prioridades de actuación para hacer frente a una crisis como la actual y considerar imprescindible el mantenimiento de las ayudas y recursos públicos a sectores que, como el nuestro, demuestran su viabilidad y capacidad de desarrollo.

La situación financiera de las administraciones autonómicas y municipales está provocando una letal erosión de la red de exhibición de espectáculos escénicos. Si exceptuamos Madrid y Barcelona, la exhibición escénica depende en un 95% de los espacios de titularidad pública, mientras la producción del global de los espectáculos españoles es en un 90% privada. La situación provoca una tremenda paradoja: el importante tejido industrial que se ha conformado con el gran número de empresas y compañías dedicadas a la producción y distribución de espectáculos y el creciente arraigo en la ciudadanía de la actividad escénica en cuanto opción cultural o de ocio, como demuestran las cifras de espectadores y los índices de ocupación de las salas de los últimos tiempos, se está poniendo en un serio peligro por falta de oferta exhibidora, como ya estamos comprobando con la reducción y, en algunos casos, la eliminación de la programación artística profesional de teatros municipales. Lo que conlleva un deterioro de la salud cultural, la omisión de un servicio público fundamental y la reducción de actividad económica y de puestos de trabajo.

Es necesaria una reconversión urgente que, necesariamente, pasa por un plan que aunando voluntades políticas y decisiones realistas de todas las administraciones, contemple a las empresas privadas como colaboradoras necesarias en la gestión de la red de espacios públicos dedicados a la exhibición artística.

Una reconversión que debe evitar perjuicios, de difícil y largo saneamiento posterior, como es la permisividad o el sucedáneo erróneo de maquillar la falta de actividad de los espacios escénicos con espectáculos amateurs, lo que supone un grave atentado al desarrollo profesional y al medio de vida de los diferentes agentes escénicos (intrusismo profesional); forzar la auto explotación y comprometer el futuro de compañías y empresas mediante la reducción “ad libitum” de los parámetros económicos (cachés y condiciones de las funciones); o la devaluación que se está procurando a la producción y exhibición de espectáculos para el público infantil mediante la paupérrima consideración económica en que se estima el trabajo de los profesionales dedicados a este público específico.

El panorama, ya grave en estos momentos, no debe ofuscarnos con el pesimismo irreductible que sólo conducirá a un deterioro mayor, ni evitar el convencimiento de que hemos de encontrar soluciones que nos permitan superar el momento y sentar las bases de la necesaria recuperación, algo sólo posible con la contribución de todas las partes.