Procesan al ladrón de los cuadros de Esther Koplowitz, por robar droga a narcotraficantes

EFE | Madrid

El juez Eloy Velasco ha procesado a Ángel Suárez Flores, “Cásper”, condenado por robar obras de arte de la vivienda de Esther Koplowitz en 2001, por más de 50 delitos cometidos presuntamente mientras dirigía una red “de extremada violencia y ensañamiento” dedicada a robar droga a narcotraficantes.

Según el auto dictado hoy por el magistrado de la Audiencia Nacional, “Cásper” era el “líder férreo” de “una organización de organizaciones criminales”, de la que ha procesado a otros 27 miembros por más de 450 delitos, como tráfico de drogas, secuestro, lesiones, robo con violencia, mutilación o amputación de miembros, extorsión, tenencia ilícita de armas, allanamiento de morada, asociación ilícita, blanqueo de capitales y contra la salud pública.

Una organización que se dedicaba presuntamente a robar cargamentos de cocaína a narcotraficantes, procedimiento conocido como “volcados” de droga, y que se dividía en diferentes ramas especializadas.

Así, la “técnica o madrileña”, liderada por “Casper” y Jorge Juan Berzosa, “El Informático”, controlaba los dispositivos de vigilancia, escuchas y grabación y planificaba y ejecutaba las acciones, mientras que la “dura o valenciana”, orquestada por Diego Moreno Jiménez, “Mario”, llevaba a cabo las acciones más violentas, como asaltos, secuestros y extorsiones.

Las dos contaban con la cobertura de la rama de “apoyo o francesa”, liderada por Bruno Pierre Jacques Morone, “El Francés”.

También existía la de blanqueo de capitales, formada por diversos empresarios socios de “Cásper” y Juan Manuel Candela Sapieha, que introducía en el circuito económico el dinero obtenido, y la rama “logística”, con grupos en Madrid y Valencia que facilitaban la infraestructura de viviendas y coches para ocultarlo.

Para robar los cargamentos de cocaína, y después de informarse sobre los mismos, movía a todos sus hombres, todos especializados, “como piezas de ajedrez”.

Cuando la información no era completa, usaban medios tecnológicos avanzados para recabar datos sobre los objetivos y sus familiares, sus domicilios y empresas, llegando incluso a colocar una cámara de visión nocturna en un árbol.

El juez relata que a partir del 31 de agosto de 2009, la banda se fijó en el robo de dos contenedores procedentes de Bolivia cargados de cocaína.

Con el fin de llegar a ellos, se hicieron pasar por guardias civiles y secuestraron a un individuo al que llevaron hasta una nave de Algeciras (Cádiz), donde durante más de diez horas le amenazaron, golpearon y le cortaron el dedo pulgar del pie, tras lo cual obtuvieron el nombre del encargado de tramitar el contenedor, a quien raptaron igualmente y le pegaron en la misma nave.

Finalmente, los 211 kilos de droga se depositaron en una nave de Jerez de la Frontera y, para apoderarse de ella, los criminales secuestraron a cuatro encargados del traslado, a uno de los cuales le rompieron el codo con una barra de hierro y a otro le partieron las dos piernas, las muñecas y las costillas y le quemaron con un soplete, torturas que le causaron un paro cardíaco.

El magistrado explica además que era habitual que financiaran a narcotraficantes, a uno de los cuales, que supuestamente iba a introducir cocaína propiedad de un miembro del grupo de “Los Miami”, no consiguieron localizar, por lo que amenazaron a uno de los intermediarios de la operación.

Fue este intermediario el que, precisa Velasco, les denunció y permitió la detención de “Cásper” por parte de la Guardia Civil en mayo de 2011.

Para “blanquear” el dinero, Velasco asegura que “Cásper” intentó comprar un hotel de Santa Pola (Alicante) para abrir el mayor prostíbulo de Europa, para lo cual hizo entrega de 120.000 y 660.000 euros en efectivo en billetes pequeños, operación que impidió su detención.

Además, intentó adquirir un establecimiento de Marbella, un centro comercial entero en La Coruña -valorado en 140 millones de euros-, o la concesión de un hipermercado en Madrid, así como una vacuna contra el cáncer en Sudamérica, entrar en el negocio del biodiesel en Ucrania y en el de la madera y participar en la construcción de un puerto en Kribi (Camerún).