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Propiedades emergentes > Jorge Bethencourt

La ciencia sufrió un cambio importante cuando pasó del organicismo, el estudio de los elementos y sus propiedades al mundo sistémico, es decir, a las interacciones de los elementos. Fue un tsunami que arribó a todos los rincones de la investigación. El oxígeno es un gas extremadamente volátil e inflamable a ciertas temperaturas, como el hidrógeno. Sin embargo, si unimos dos átomos de hidrógeno con uno de oxígeno obtenemos agua, cuyas propiedades nada tienen que ver con las de los dos gases que la forman. Son las propiedades emergentes.

La interacción entre elementos distintos produce nuevos elementos que presentan cualidades distintas y nuevas. Es la propia mecánica del pensamiento creativo humano. Somos capaces de tomar dos conceptos y al relacionarlos extraer una conclusión completamente nueva.
Todo esto es cierto, excepto en el pensamiento político e institucional de España sometido a altas temperaturas. En nuestro país no existe interacción entre elementos distintos, sino desunión. Las convulsiones que han conformado la historia de nuestro país han emergido de la incapacidad para entenderse entre diferentes opciones o propuestas, decididas más que a la relación con el contrario, a su extinción. Sólo en algunos periodos excepcionales se ha producido un enlace entre elementos distintos de la sociedad que permitieron milagrosas creaciones, como la democracia que disfrutamos hoy.

No somos capaces de producir creaciones por el enlace, por la conjunción de ideas diferentes. Porque no existe la posibilidad de que exista encuentro. No discutimos para entender, sino para triunfar. No debatimos para convencer sino para descalificar. Nuestra competitividad es destructiva y nuestros liderazgos intolerantes. Esta es la característica venenosa que se ha perpetuado en el código genético de España. Nuestros altaneros telepredicadores, salvapatrias, iluminados y redentores, tan abundantes siempre en la geografía social, de izquierdas o derechas, del sistema o antisistémicos, son radicalmente incompatibles con la cesión, la concesión y la negociación.

La España del siglo XXI sigue arrastrando las viejas costumbres. La discrepancia es el combustible que ha iluminado otras naciones. Construir un paisaje policromado con la conjunción de las mejores ideas de diferentes mentes es un camino seguro hacia el éxito. Una catarata es una fuerza enorme. Si te pones debajo te aplasta. Si colocas las palas de un molino puede producir energía. Depende de cómo se utilice una fuerza puede ser constructiva o desoladora. La necedad ibérica contemporánea consiste en ponernos a todos debajo de la catarata del enfrentamiento estéril. Ayer hubo debate en el Parlamento. Y eso.

Twitter@JLBethencourt