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Sindicatos y 11M > Fernado Fernández

Aquí quedó escrito que los sindicatos son una víctima mas del zapaterismo y ahora que se ven obligados a margullar en los bajos fondos de su descrédito, adoptan un victimismo que pretende hacer creer que padecen el ataque de una derecha ahíta de añoranza por el verticalato franquista; cuando son ellos, especialmente la UGT y CC.OO., por este orden, quienes se han labrado su desprestigio. Los sindicatos son actores necesarios para la convivencia en una sociedad democrática y ahora tendrán que hacer su propia travesía del desierto y purgar sus culpas, principal si no única causa de su actual descrédito.

“Tendrán que replantearse su funcionamiento en la sociedad. Lo ocurrido a lo largo de los últimos meses ha estigmatizado a los sindicatos. (…) El rechazo a ciertos métodos, a sus dobleces, a los vicios internos, a la tibieza y a la falta de eficacia en la resolución de problemas (…). Se impone un periodo de autocrítica y de sensible renovación. (…) una trasformación que, en la praxis, permita recuperar, sobre todo, la credibilidad perdida. (…) una revisión profunda que dé respuestas a los cambios que se están produciendo o se avecinan en el tejido productivo (…); que tenga alternativas a las exigencias de la sociedad de hoy y de mañana y que sepa adaptarse a los mercados laborales y a sus peculiaridades. Las centrales sindicales españolas (…) han de ser conscientes de que han de modernizarse. Han de construir nuevos discursos, han de funcionar de forma más transparente y participativa…”.

Este largo y certero diagnóstico sobre los males que padecen los sindicatos no está tomado de alguien a quien nuestros progres escribidores calificarían como perteneciente a la Brunete mediática, expresión profundamente antidemocrática que descalifica a quien la utiliza. Fue publicado en estas mismas páginas el pasado 20 de febrero por un socialista y ugetista, a quien tengo en alta estima y que espero no se moleste porque haya hecho propias sus atinadas palabras. Negar el descrédito de los sindicatos es apostar por su progresivo deterioro, pues como escribió el citado Salvador García Llanos, sin autocrítica y renovación no superaran su patética situación actual. Por tanto, no deben inventarse enemigos. Quienes criticamos a los sindicatos españoles, especialmente por su aburguesamiento y complicidad con el zapaterismo durante los últimos años, no somos unos molinos de viento producto de su imaginación; ni ellos son unos donquijotes, ¡qué mas quisieran!; ni quienes criticamos sus actuaciones somos unos fachas. La severa crítica que he reproducido se puede expresar con criterios mas o menos constructivos o con palabras mas o menos gruesas, pero ello no cambia el diagnostico de la gravedad de la crisis de nuestras organizaciones sindicales.

Su última tropelía ha sido convocar para una fecha como el 11 de marzo, aniversario del más trágico atentado terrorista contra nuestra democracia, causante de centenares de víctimas. Ese es un día para honrar a las víctimas y no para utilizarlas en una manifestación de protesta contra el Gobierno de la nación. Espero que hayan sido capaces de rectificar, pero lo hagan o no, su mera convocatoria para esta fecha y los argumentos que han dado son la prueba del nueve de la necesaria refundación de nuestras organizaciones sindicales. Ni un día antes por ser sábado, ni una semana después para evitar el puente de San José, lo que demuestra escasa confianza en su capacidad de convocatoria y su aburguesamiento.