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Un joven despiezado y sin manos

Los operarios trasladan los restos hallados el pasado domingo en Añaza. / EFE

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

Era un varón joven y de fuera de la Isla, presumiblemente un extranjero. No ha trascendido con certeza la causa de su muerte, aunque sí que tuvo lugar antes de que lo trocearan minuciosamente, lo metieran en cajas, se desembarazaran de sus manos para evitar su identificación a través de las huellas digitales, lo llevaran a última hora de la tarde del pasado sábado a una barranquilla de Añaza y prendieran fuego a sus restos, hallados a la mañana siguiente por un vecino que paseaba el perro. Éstas son las primeras conclusiones extraídas por los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía gracias a los datos obtenidos en el lugar de los hechos y los ofrecidos por los exámenes que se llevan a cabo para completar la autopsia, según datos facilitados por vías extraoficiales.

Así las cosas, las dos principales vías de investigación manejadas desde el principio cobran fuerza: un posible ajuste de cuentas y, sobre todo, que el fallecido sea una mula o correo de la droga fallecido al rompérsele el envoltorio y abierto en canal para recuperar los estupefacientes que portaba.

A este respecto cabe recordar que hay dos antecedentes en Tenerife de casos en los que las mulas fallecen accidentalmente y sus compinches se desembarazan de sus restos quemándolos. Éstos tuvieron lugar en Montaña Amarilla (San Miguel) en 2005 y en Túnez (Arona) el año pasado. En ambas ocasiones, los casos siguen sin resolverse dadas las dificultades al identificar a unas víctimas extranjeras que, obviamente, no anuncian a sus amigos y familiares un viaje en el que pretenden introducir droga a través de una frontera de otro país.

Confirmaciones

Poco a poco, los hechos van confirmando las hipótesis aventuradas por este periódico en la edición del pasado martes. Así, el minucioso troceo del cadáver del infortunado y su traslado en cajas hasta la barranquilla denota que participaron al menos dos personas.

Mientras que los antecedentes se produjeron en parajes recónditos del Sur, ahora se ha escogido una barranquilla de Añaza bajo un bloque de viviendas cuyos vecinos no podían divisar lo que ocurría por la existencia de una roca que a su vez protegía la hoguera del viento.

Ello denota que los implicados son del lugar o, cuando menos, lo conocen sobradamente.

A la espera de que los análisis toxicológicos certifiquen si en los restos se detecta algún tipo de estupefaciente para confirmar la hipótesis de la mula, los especialistas del Cuerpo Nacional de Policía continúan con sus averiguaciones.

Los veteranos dicen que aún es pronto, pero que tarde o temprano algo se acabará sabiendo de este caso.