... y no es broma>

Un loco anda suelto>Conrado Flores

Hace unos quince días caducó mi carné de conducir. A pesar de que mi destreza al volante me permite poner un coche sobre dos ruedas con un simple movimiento de antebrazo, decidí acudir a un conocido centro de reconocimiento médico de conductores. Por si la Guardia Civil más que nada.

Una vez cogí número, me dispuse a comenzar a circular por las diferentes estaciones de esa especie de yincana que te tienen preparada en estos sitios. Primero pusieron a prueba mi oído poniéndome unos auriculares de la segunda guerra mundial a través de los que se escuchaban varios pitidos a distintas frecuencias. Afortunadamente, mi fino oído me permite distinguir a unos 50 metros los pasos de un felino apunto de cruzar temerariamente la autopista en medio de la noche.

Acto seguido, me observaron los ojos tan de cerca que pensé que me iban a besar pero por fortuna todo quedó en un susto. Además, fui capaz de leer unas letras minúsculas con tal solvencia que creo que el médico no aplaudió por pura timidez. Poco después realicé una prueba de psicomotricidad en una especie de videojuego tan cutre que hubiera aburrido a los niños de los 70. En cualquier caso, un trámite para alguien como yo, capaz de hacer arepas con una sola mano.

Lo extraño vino en la última estación. La joven médico que me llamó a su despacho me pidió que me sentara y me preguntó: “¿Ha estado en tratamiento psiquiátrico alguna vez?”. Le respondí afirmativamente. De repente comenzó a reírse y entre carcajadas añadió: “No, no, en serio”, a lo que muy serio y extrañado le respondí: “Sí, en serio.” Creo que es de esperar que una psiquiatra de verdad estuviera preparada para un “sí”. Es como si vas con un esguince de tobillo al traumatólogo y éste se parte de la risa al preguntarte lo que tienes. ¿Qué esperaba? ¿Una faringitis?

Es posible que me reconociera como humorista y pensara que le tomaba el pelo, pero no deja de ser cierto que en esta tierra todavía se tome por locos a las personas que siguen algún tratamiento psiquiátrico. Ansiedad, depresión, insomnio, nerviosismo, stress, trastornos alimentarios y psicosomáticos, fobias… Cuando una persona padece alguna de estas patologías puede acudir al psiquiatra al igual que cuando no oye bien puede acudir al otorrino.

De todos modos, cuando te pregunten lo mismo tú di que no. El asesino de Milwakee también lo hizo.