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Una cuestión de supervivencia, no de gustos > Luis Padilla

Paulino Rivero ya le ha dicho a los presidentes del CD Tenerife y la UD Las Palmas que “sean comprensivos” con la deuda que el Gobierno de Canarias mantiene con estos dos clubes. Y el próximo día 22, en la reunión que mantendrá en Santa Cruz con ambos dirigentes, les dirá que “sigan siendo comprensivos”. Vamos, que (durante un tiempo) no van a cobrar.

LA REALIDAD. Hace unos años, es posible que los aficionados hubieran salido a la calle en defensa de su equipo. Ahora, lamentablemente, saben que la supervivencia de su club con dinero público se enfrenta a su propia supervivencia personal. Porque lo que está en cuestión no es si se le dan más euros al Tenerife o a Las Palmas. O si los recursos deben ir al fútbol o a otras modalidades deportivas. O si es mejor primar a los clubes de élite o al deporte de base. Y tampoco se cuestiona si hay que destinar más fondos al deporte o a la cultura. O a las infraestructuras. O a la investigación. O a la solidaridad. No, la duda no es qué hacemos con el dinero. El problema es que no hay dinero. Ni para el CD Tenerife, ni para la UD Las Palmas, ni para otras modalidades, ni para el deporte de base, ni para la cultura, ni para las infraestructuras, ni para la investigación, ni para la solidaridad. La realidad es que en la caja no hay un euro.

EL DILEMA.
Y el problema no es sólo que en la caja no haya un euro. Es que hay miles de facturas sin abonar cuando una de las normas básicas de una sociedad civilizada es que las deudas hay que pagarlas y las instituciones públicas deben dar ejemplo… aunque la realidad es otra. Años atrás, cuando los euros sobraban, el ciudadano podía preferir (o no) que las administraciones subvencionaran al equipo de sus amores con supuestos patrocinios publicitarios antes que tirar ese dinero en anillos insulares, ayudas al tercer mundo, becas para estudiantes o centros de investigación. En ese tiempo, recortar las perras destinadas al CD Tenerife hubiera sido una decisión impopular para un amplio sector de los votantes (digo, de la población). Ahora, la lucha del CD Tenerife -y de muchos equipos- no se entabla contra otros destinos económicos, sino contra las necesidades más básicas de sus propios aficionados.

LA ELECCIÓN.
Los aficionados, es lógico, desean que las instituciones públicas le paguen al CD Tenerife lo que le deben. Porque es de justicia y porque sería bueno para su club. Pero no a cambio de que se ponga en riesgo una sanidad pública universal y gratuita, de que su propia empresa no cobre ese pago pendiente vital para su continuidad, de que se eliminen las prestaciones por desempleo, de que se cierre el colegio de sus hijos, de que se elimine una ayuda básica para un familiar… En estos casos, con gran dolor de su corazón y de su alma (blanca y azul en muchos casos), creo que los aficionados van a preferir su propia supervivencia a la supervivencia de su equipo.