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Una huelga gafada>Ignacio González Santiago*

Los sindicatos han convocado una huelga general para el próximo 11 de marzo. Una fecha que coincidirá desafortunadamente con el aniversario del mayor atentado terrorista en España. Ese día fueron asesinadas 192 personas inocentes en un cobarde y vil atentado en Madrid. Desde entonces, el 11 M es el Día Europeo en Recuerdo de las Víctimas del Terrorismo. Un recuerdo que se verá alterado por la huelga general. La convocatoria de la huelga ha generado una gran polémica en los medios de comunicación, con posiciones a favor y en contra de la fecha, que ha desvirtuado lo más importante que era la propia huelga, sus causas y las consecuencias. Estoy convencido de que cuando los sindicatos convocaron la huelga no se dieron cuenta que el 11 M era el Día Europeo en Recuerdo de las Víctimas del Terrorismo. Un error seguramente no intencionado y fácilmente subsanable, si la hubiesen aplazado. Pero los sindicatos, en vez de cambiar la fecha, se empeñaron tozudamente en mantenerla, y al final consiguieron el dudoso logro de que todo el mundo hablara de la convocatoria y nadie de la huelga. Yo no voy a hablar de la fecha sino de la huelga. Una huelga inoportuna y precipitada que alinea sospechosamente a los sindicatos con el derrotado PSOE. El tufillo político lo ha alimentado el propio PSOE, que se sumó entusiasta a la huelga desde el principio. El nuevo gobierno no ha tenido tiempo de hacerlo ni mal. Sin embargo, ha sido recibido con movilizaciones y huelgas que no le hicieron al anterior, incluso cuando superó los cinco millones de parados. La falta de oposición sindical a Zapatero, que no sufrió una huelga hasta el sexto año, impidió que rectificara a tiempo y prolongara la orgía del despilfarro público hasta arruinar completamente al país. Las medidas del PP no son ni tan siquiera del PP, ya que las ha tenido que adoptar, muy a su pesar y con un altísimo coste político, por ser contrarias a sus promesas electorales, al encontrarse un déficit del 8,51%, más de dos puntos por encima del pactado con Bruselas. No se trata, por ahora, de aplicar una política económica distinta, sino de pagar lo que se debe y rebajar el déficit para que no nos echen del euro. Cuando hayamos reducido el déficit, el PP podrá hacer su política económica que, si aún me acuerdo, era liberal, y bajar los impuestos para estimular el crecimiento de la economía. Así que, en mi opinión, esta vez los sindicatos se han precipitado y puesto en evidencia, al convocar en estos momentos especialmente delicados, la huelga general más rápida de la historia democrática de España. Una huelga que empezó gafada, por el error de la fecha de la convocatoria, y terminará fracasada, por la previsiblemente escasa participación de los trabajadores en ella.

*Presidente del Centro Canario Nacionalista y diputado en el Parlamento autónomo