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Vente pa’ Guinea Pepe > Rafael Muñoz Abad

En estos tiempos en que el petróleo bien se ve demonizado por el súper progre de turno, cuyo todoterreno imagino que andará con la leche de soja arrebatada al pobre, o bien se le adora vestido de avaro ejecutivo, les propongo un breve ejercicio de reflexión en base a cómo algunos países africanos tienen en la extracción del crudo la principal herramienta para desarrollarse. La fachada atlántica del continente se ha ido revelando como un reguero de yacimientos: Angola; los Congos; Costa de Marfil; los campos del Golfo de Guinea y Nigeria; recientemente Mauritania, y ahora la franja Marruecos-Sahara occidental. El uso de las rentas obtenidas del petróleo refleja en África dos grandes modelos a seguir. El que acontece en la antigua Guinea española o el que se da en Angola. Guinea Ecuatorial flota sobre un mar de crudo cuyos ingresos repartidos de forma cabal pondrían a su millón de habitantes a lomos del mayor nivel de vida del continente. Las extracciones comenzaron a mediados de los años noventa por los holdings del petróleo tejanos. Guinea se independizó de España en 1968 y desde entonces y más allá de las corruptelas de nuestros políticos poco interés hemos demostrado allí. El Dorado en negro de los guineanos en pesadilla se tornó con la llegada de Obiang y su hijo Teodorín. Ambos dilapidan las rentas obtenidas en forma de palacetes parisinos y un sinfín de juergas millonarias; maratonianas jornadas de compras escrupulosamente cronometradas por un Rolex, o en combinar zapatos y volantes. El camino hacia la descolonización y la independencia de Angola estuvo canalizado por los movimientos de índole marxista y socialista. Razón por la que y pese a la fuerte ideología capitalista que a día de hoy se vive en Luanda, el caso presenta algunas diferencias respecto al uso de las rentas del petróleo guineano. El gobierno angoleño, a diferencia del de Guinea, ha dado importantes concesiones de explotación a compañías extranjeras bajo la supervisión de un ente nacional del petróleo, que las obliga ya no sólo a contratar mano de obra local si no a formarla técnicamente. La supuesta inexistencia de un megalómano al estilo Obiang que despilfarre las ganancias obtenidas y una difusión del producto a nivel global hacen que las partidas del crudo angoleño estén muy divididas. Los insto a visitar el portal Alibaba.com, donde corporaciones y brokers de medio mundo ofrecen cargamentos listos para despachar. A grandes rasgos y al igual que su vecino ibérico, un Portugal traumatizado tras la convulsa independencia angoleña miró para otro lado, y los vacíos en la vida y aunque sólo sea por las petroleras norteamericanas tienden a llenarse. Lejos del saqueo, Angola exige a los consorcios relacionados con su petróleo unos cánones e inversiones en el país en forma de infraestructuras públicas y becas de formación. En el más puro estilo monarquía del Pérsico, Guinea requiere mano de obra cualificada ya no sólo para la industria marítima si no para las inversiones que en tierra se pagan con el dinero del petróleo, donde algún amigo, y emulando a Alfredo Landa, en Vente pa’ Alemania Pepe, ya ha empaquetado su título y allí anda en busca de fortuna.

*Centro de Estudios Africanos de la ULL | cuadernosdeafrica@gmail.com