por qué no me callo >

‘Welcome’ Europa > Carmelo Rivero

Cuando un puñado de países europeos (Austria, Noruega, Suecia, Alemania y Reino Unido), con menos descosidos que nosotros en esta crisis, se desplaza a Canarias en busca de mano de obra cualificada es como el mundo al revés, donde estas levas encubiertas de talentos en paro vinieran a enmendar los fallos de fábrica de la nueva reforma laboral, que ya nadie discute que destruirá empleo a tutiplén. La sinceridad maya de Rajoy (será un año nefasto, en recesión, habrá 630.000 parados más y por narices un déficit del 5,8%) invita a hacer las maletas y salir a espetaperros. Llamarlo fuga de cerebros es cursi y dramático: nuestros egresados universitarios no tienen expectativas de empleo, así que vente a Alemania, Pepe. El empleador europeo no duda en venir a hacer su casting al foco del paro de la ultraperiferia, donde hay una generación perdida que tiene esta oportunidad de reivindicarse, en contra de la vieja tesis patriótica de no salir de casa como un logro de bienestar. La población es un debate demonizado. Lo tocas y salta la ley de residentes de su caja de Pandora. Pero es una cobardía rehuirlo. Antes, en el franquismo y la Transición, los canarios que se iban (aunque fuera ahí al lado, a Madrid) eran tratados como desertores. Aquí se ha sido muy canalla con la diáspora y esta es la ocasión de hacer las paces con los vaivenes de nuestra demografía intrainsular. La estela de Juan Marichal y todos los paisanos geniales que han volado como el pájaro canario, que decía el cronista de Indias, establece, junto al humilde emigrante del poema de Lezcano, un modo de ser, una idiosincrasia del éxodo que nos define. Kraus me dijo una vez que hasta que no debutó con éxito en El Cairo (hace 55 años) no se atrevió a regresar a Las Palmas a dejarse ver. Nos congratula recibir estas jornadas europeas de la red Eures, en las dos capitales canarias. Con el lastre del desempleo (ya más de 30%), somos el farolillo rojo, un vivero de parados inverosímil. Vienen en busca de ingenieros, mecánicos, técnicos de la información, chefs, enfermeros… Son los reyes magos del Inem de Europa que traen regalos no exentos de exigencia: los aspirantes deben hablar bien el idioma del país de destino, cosa que hacíamos la vista gorda con los inmigrantes (Wole Soyinka propuso enviar emprendedores europeos en cayuco a África). Ahora emigramos por el currículo, pronto emigrará hasta el último hijo de vecino, qué diantres. Por suerte, muchos canarios hablan bien el inglés, no sé si tan bien el alemán, y podrán meter la mano en el agua en busca de su media naranja, para volver, tras la plaga, a pasear con los hijos por los dédalos de la infancia.