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Castigados sin comer

Perder más de cinco kilogramos al mes a través de un régimen no es saludable, según los expertos. | SUJA

INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife

Todas ellas tienen algo en común: carencia de nutrientes esenciales sin los cuales se puede llegar a afectar la salud. Son las llamadas dietas milagro y aunque circulan durante todo el año en distintas páginas de internet, es en los meses previos al verano cuando se produce un bombardeo incesante de métodos, productos y tratamientos para adelgazar.

El objetivo es reducir el peso en el mínimo tiempo posible y la lista de fórmulas es interminable. Monodietas que recomiendan consumir un sólo producto durante un periodo de tiempo, como la denominada dieta del apio; la famosa dieta del doctor Dukan que han promocionado personajes populares con físicos envidiables o tratamientos a base de pastillas y complementos nutricionales de dudosa efectividad son algunas de estas recetas para recuperar la línea. A pesar de que son vox populi los perjuicios de estos regímenes alimentarios, cada año millones de personas de todo el mundo los llevan a la práctica.

Hace algunos años, el Ministerio de Sanidad alertó de la proliferación de dietas que calificó como peligrosas para la salud y editó un informe para su divulgación. Casi todas estas dietas están incluidas en tres grupos: las dietas hipocalóricas desequilibradas, las disociativas o las excluyentes.

Pero hacer dieta en si no es perjudicial, y dados los datos de Canarias en relación al sobrepeso y la obesidad de la población, la segunda con mayor índice de obesidad de España, incluso se podría decir que es recomendable.

No obstante, alimentarse de forma saludable no engorda. Sólo hay que saber cómo, cuándo y qué comer.

La especialista en Nutrición Pilar Torrentó Riera. / DA

La rapidez con que se bajan kilos es casi siempre directamente proporcional a su recuperación posterior. Por eso, castigar el cuerpo con restricciones excesivas no sólo es insano, sino que a medio plazo resulta poco efectivo para conservar una forma física equilibrada. De ahí que haya tantas personas con la sensación de pasar la vida entera a dieta con incrementos y bajadas de peso continuos debido al efecto rebote de las distintas dietas a las que se someten. Pilar Torrentó, experta en nutrición, en cuya consulta ha ayudado a perder peso y enseñado a comer bien a numerosas personas, explica que el efecto rebote se produce por una pérdida de masa muscular y de líquidos a causa de dietas muy agresivas en las que no se injieren apenas nutrientes. “No se puede castigar al cuerpo con grandes restricciones porque el organismo reaccionará después almacenando por miedo a que vuelva a haber carencias”.

Pilar es consciente además, de que cualquier tipo de dieta no es válida para todas las personas. “Hay que estudiar una serie de características, patologías, costumbres alimenticias para adaptar al individuo. Por un lado, la más efectiva para su caso y por el otro, una que pueda cumplir de una forma cómoda, acorde a su estilo de vida.
Muchas de las personas que acuden a la consulta de esta nutricionista han seguido antes una larga lista de regímenes alimentarios, productos y recomendaciones que pasado el tiempo no han resultado efectivas. Ella es contraria a las pastillas y a los productos en general y basa su técnica en la adecuación personal de alimentos y recetas culinarias atractivas.

Productos de ayuda

“Los productos milagro no existen”, dice Pilar Torrentó. Además, para la ingesta de los mismos debe haber siempre una supervisión del profesional. En la mayoría de los casos los productos están al alcance de cualquier usuario y existe un autoconsumo elevado acompañado de dietas deficitarias. Torrentó destaca en este sentido que “bajo ningún concepto se debería sustituir la comida por los productos”.

La importancia de la alimentación no sólo se limita al peso y la apariencia física. Cada vez más se demuestra que muchas enfermedades se deben a malos hábitos en la ingesta de comidas. Se ha comprobado también y en su propia consulta lo ha podido constatar, que muchas patologías mejoran adaptando la dieta y los alimentos de quien las padece.

Néstor Benítez es también nutricionista, en este caso del Hospital Universitario de La Candelaria (HUNSC), y asegura que cualquier dieta que hable de una pérdida de peso de forma muy rápida, ofreciendo unas reducciones en el peso de más de cinco kilogramos al mes, es un signo de que esa dieta no es saludable.

“Si además, hablamos de que la persona pudiera tener alguna patología como por ejemplo, diabetes o enfermedad renal, la eliminación de hidratos de carbono en su dieta puede agravarla”, asegura.

El nutricionista del HUNSC le da mucha importancia a saber comer bien, ya que explica que “si nadie nos enseña a hacerlo de forma sana y equilibrada aun estando a dieta, cuando culmine el proceso, volveremos a comer mal y como consecuencia a engordar otra vez”.

Alimentarse bien no consiste en pasar hambre, esto es un error muy extendido, según afirmó Torrentó. “A través de una dieta adecuada el resultado óptimo es que se aprenda a comer y que en un futuro no haya que restringir ningún alimento. Por otra parte, dado el caso de que apetezca darse algún capricho, se puede hacer sin que por ello haya que sentirse culpable”. “Hay que comer y disfrutar de la comida sabiendo en qué momentos comer ciertos alimentos”, apuntó.

Saltarse alguna comida produce el mismo efecto rebote basado en el almacenamiento de grasa por parte del organismo, por si vuelven a haber carencias. No comer, no parece una buena fórmula para adelgazar. Es más, numerosos expertos lo que recomiendan es que se hagan como mínimo cinco comidas al día.

Por otra parte, un estudio científico realizado con ratones demostró que restringir su ingestión calórica en un diez por ciento, hizo que vivieran más que con un acceso ilimitado a la comida.

Si la restricción era del sesenta por ciento, morían prematuramente, lo que indica que también la longevidad está íntimamente relacionada con una dieta adecuada a lo largo de la vida.

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RECOMENDACIONES

Obesidad. Se dice que existe obesidad cuando el índice de masa corporal es igual o superior a 30.0 debido a un exceso de grasa en el cuerpo del individuo.

Restricción de calorías. Se considera que un déficit de entre 500 y 1.000 calorías respecto de las consumidas habitualmente e ingiriendo todos los nutrientes y vitaminas son suficientes para reducir de forma equilibrada el peso.

Pérdida de peso. Al principio del tratamiento de adelgazamiento se debe de perder el 10% del total del peso que se quiere.

Kilogramo semanal. Una pérdida de peso mayor a un kilogramo a la semana indica que el régimen que se sigue es demasiado severo y en consecuencia se debe bajar el ritmo.

Ejercicio físico. La mejor manera de aumentar la diferencia entre las calorías gastadas y las ingeridas es incrementando la práctica de actividad física y deporte. Además, realizando más ejercicio físico que además, mejora la función cardiaca y pulmonar y se reduce el riesgo de depresión.

Médico o nutricionista. Para conseguir los mejores resultados a la hora de seguir una dieta, lo ideal es la supervisión de un médico o especialista en nutrición.

Objetivo. Ya que el objetivo de cualquier persona que se someta a una dieta de adelgazamiento es que sus efectos perduren, se trata de aprender hábitos saludables y mantenerlos durante toda la vida.

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Canarias, Un caso peculiar en los hábitos

La dieta de Canarias se compone básicamente de productos con un alto contenido energético. Papas, harinas, fritos, arroces o postres dulcísimos forman parte habitual de los platos que se consumen en el Archipiélago. “Cuando nos ponemos a dieta, en cambio, tendemos a comer sólo pollo, piña, ensalada y puré de verdura”, comenta Pilar Torrentó, experta en Nutrición.

Pero según explica hay un gran abanico de productos saludables que se pueden consumir, se trata solo de innovar un poco y saber combinarlos ya que si no, “nos aburriremos y desmotivaremos”.

La situación de crisis económica además, ha propiciado que en la cesta de la compra se pongan cada vez más productos baratos y menos sanos.
El encarecimiento de las verduras y la fruta, sobre todo en Canarias aumenta esta tendencia de consumo de alimentos hipercalóricos, lo que no sólo incide en la obesidad, sino también en una mala salud y en la carencia de nutrientes y vitaminas necesarias para el organismo.