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Algo pasa en Arico > Raquel Gonher

Nueve meses es lo que ha tardado el tripartito PSOE-CCN-PP en disolverse en el municipio de Arico. Lo mismo que un embarazo, salvo que esta vez, desde el principio, se trató de uno no deseado. La fórmula de dos años tú, dos años yo, no ha sido suficiente para el siempre ambicioso CCN. Corrían los rumores en las esquinas que CC, a pesar de perder en las urnas, y quien estuviera 24 años al frente del organigrama de Arico estaban deseosos de volver a sentarse en la poltrona de los huevos de oro. Buscando amigos por donde sea para invertir el gobierno del PSOE, con Olivia Delgado a la cabeza. La liebre saltó de su madriguera cuando salió a la luz la noticia del concejal perteneciente al CCN, por cierto, acusado de malos tratos.
Una información eficaz a la vez que puntual no podía salir en un momento mejor. Acuño la pertenencia al partido nacionalista por una razón: mucho revuelo se formó criticando el desconocimiento de la alcaldesa sobre la causa pero, y usted señor Juan José, ¿sabía quien estaba en su propio partido? Todo vale para meterse a política, ¿no es cierto?.
“Ahora o nunca”, debieron pensar los conspiradores. Como en una película de romanos y confabuladores, se podía ver a los miembros de sendos partidos nacionalistas acudir a cuentagotas a algunas mediaciones de una localidad costera del municipio. La trama del circo estaba sobre la mesa. Los que hace poco no podían verse, ahora se dan la mano.
Juan José Armas, cabeza de partido del CCN, quien en su día estuvo en el partido nacionalista de CC, juró y perjuró a los vecinos, con papel firmado bajo notario, que no pactaría jamás con Eladio Morales. Quién lo iba a decir, que después del turbulento pasado del nacionalista Armas, éste sería capaz de protagonizar semejante insulto a la inteligencia de los vecinos. El ser humano nunca deja de sorprender, si se trata de la clase política nada te ha de extrañar. Noble oficio aquel que nació para otorgarle voz al pueblo, estabilidad y una gestión eficaz. Gracias señores nacionalistas por volveros a situar en lo más bajo de la integridad profesional. A sus pies, futuro alcalde, que es precisamente donde tiene usted su dignidad.
Lejos de alabar la labor de los socialistas en Arico, la moción de censura presentada por los nacionalistas cercena el aire nuevo que se podía respirar en el municipio. Independientemente del partido, los cambios, cuando son llevados a cabo con intenciones nobles y nuevas, son bien recibidos, sobre todo después de un gobierno de 24 años que tendrá cosas buenas, como todo, pero también muy grises. Pero el ansia y las ambiciones personales pueden más que la voluntad de un pueblo. Como si de una mala novela de ficción se tratase, vamos a ser testigos de cómo un partido que apenas consiguió seiscientos votos opta a la Alcaldía. La integridad se cotiza a bajo coste. Poco duró el cambio.
La imagen del municipio desde otros lugares siempre ha sido la misma: estancado es el adjetivo que más le ha pegado durante todos estos años. Conocedor de la realidad ariquera, Eladio Morales lleva años anunciando su jubilación; parece que el puesto de primer teniente de alcalde apetece más. Por otro lado, tiene que ser duro, ¿verdad, Álvaro?, volver a la profesión de chófer de guaguas -sin ofender labor tan honorable-, después de haber pasado todos estos años subido en un coche oficial. Porque todos sabemos que no es lo mismo ser chófer que tenerlo.
Las causas son claras por parte de CCN, según palabras del propio Juan José Armas en rueda de prensa: las diferencias entre su partido y la alcaldesa. Motivo suficiente para romper un pacto, para obviar la elección de los electores que hablaron en las urnas. ¿Qué sentido tiene votar a día de hoy si a la hora de la verdad, ustedes, clase política, hacen y deshacen con el voto cuanto quieren? Sólo espero por el bien del municipio que no vuelvan a las andadas con sus homónimos nacionalistas.
Puede que la socialista Olivia Delgado no haya acometido una labor perfecta. Que tire la primera piedra aquel político que sí, ninguno está libre de pecado. Nueve meses es poco tiempo para valorar la tarea de un gobierno nuevo, que tuvo que empezar de cero. Dentro de tres años, se volverá a pedir el voto, habrá que ver con qué cara lo pide más de uno, qué nuevas promesas hará, y lo más importante, cuánto tiempo se tardará en defraudar al pueblo, otra vez.