Ligera y francesa. Intocable ha sido la gran sensación en el país galo y ya está entre las más taquilleras por estos lares. La historia de amistad entre un millonario tetrapléjico llamado Philipe, papel protagonizado por ese clon gabacho de Dustin Hoffman, de nombre François Cluzet, y por Driss (Omar Sy), su cuidador, un joven ya talludito, de origen senegalés y procedente de un barrio marginal de París, engancha desde la primera escena.

La abrumadora previsibilidad del argumento (inspirado en hechos reales) no es óbice para que nos quedemos sentaditos en la butaca disfrutando de un filme sin grandes pretensiones pero que logra sacarnos la media sonrisa, cuando no la carcajada puntual. Sin embarcarse en la sensiblería gratuita, ni tampoco en la condescendencia, esta cinta dirigida por Eric Toledano y Olivier Nakache, escruta la amistad desde el desconocimiento mutuo, desde la capacidad de sorprenderse, desde el intercambio.

Omar Sy, quien ganó el César por esta actuación, arrebatándole la estatuilla del cine francés al oscarizado Jean Dujardin (The Artist), borda su personaje de macarra cachas simpático frente a un irónico Cluzet. Comedia francesa sin alharacas, sin estridencias, sobria pero eficaz, fácil de digerir, que de vez en cuando traspasa los Pirineos en dirección sur dejando un poco de aire fresco entre tanta machangada norteamericana.