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Arico multiplicará por diez en 2012 la producción de aceite de oliva

Manuel Marrero, presidente de la cooperativa Cumbres de Abona, muestra la intensa floración y los ya incipientes frutos de un olivo en Arico. | DA

VICENTE PÉREZ | Arico

El olivo, un cultivo de miles de años de antigüedad, gana peso en la agricultura canaria, de la mano en Tenerife de la cooperativa Cumbres de Abona, con sede en el municipio de Arico. Tal es el éxito de la iniciativa emprendida en 2005 por esta entidad agraria que este año prevé multiplicar por diez la producción de aceite de oliva del país.

Si el pasado año la almazara de la Bodega Cumbres de Abona obtuvo 2.000 litros, en el presente la previsión es de 20.000 litros (la cosecha de aceituna alcanzará los 100.000 kilos), gracias a una excelente floración y al crecimiento de los árboles plantados hace unos años, según ha informado el presidente de la cooperativa, Manuel Marrero,
“Ahora está floreciendo y cuajando el fruto; según se va subiendo en altura, está menos florido, pero lleva camino de ser una cosecha extraordinaria”, manifiesta con satisfacción este agricultor, exconcejal de Agricultura de Arico y fundador de la cooperativa, compuesta por 720 socios de siete municipios del Sur de Tenerife, de los que un centenar tiene ya olivares. Las aceitunas se recolectarán durante los meses de septiembre y octubre.

Los olivos ya son legión en la Isla. Cumbres de Abona ha logrado que se planten 55.000 en diferentes municipios, y la cooperativa cuenta con 9 hectáreas de olivar. Marrero llama la atención sobre el hecho de que en 2011 el aceite producido se vendió en sólo 15 días, ante la novedad que representaba este producto hecho en la Isla, y espera que con esta cosecha también haya igual acogida.

“El nuestro es un aceite muy afrutado y aromático y no pica en el paladar, por lo que sirve igual para freír que para aliñar o comerlo solo con pan”, destaca este veterano agricultor. Está convencido además de que la expansión de este árbol en las Islas es imparable, incluso ha llegado a augurar que en un futuro no muy lejano se convertirá en el segundo cultivo en importancia de Canarias, tanto en hectáreas cultivadas como en producción.

Y ello es así porque, según explica, “se trata de un árbol que no necesita mucha agua, pues con la que consume una planta de plátano viven diez olivos; nuestro clima es fantástico para cultivarlo, de mar a cumbre, y además requiere poca mano de obra”, sin olvidar el verde que aporta al paisaje árido del Sur.

Hay olivares también en otras zonas de Canarias, como Agüimes (Gran Canaria) y en Fuerteventura. El proyecto de la oliva en el Sur de Tenerife se inició por la abundancia de acebuches -especie silvestre del olivo- de origen centenario que nace en los barrancos de la comarca, y la gran cantidad de frutos que éstos dan. Marrero recuerda la presencia de este árbol -hace tres siglos- en el Sur, hasta el punto de dar nombre a un barrio de Adeje, Los Olivos.

[apunte]Cultivo con milenios de antigüedad

El cultivo por el que ha apostado la cooperativa Cumbres de Abona (en la imagen, foto de su fachada) tiene un origen que se pierde en la historia de la humanidad, al menos 6.000 años, durante el desarrollo de las civilizaciones a lo largo de la cuenca mediterránea. Los fenicios difunden el olivo por las islas griegas y la península helénica. Los romanos continuaron expandiendo este cultivo por el Mediterráneo, a medida que iban extendiendo su imperio. A la Península Ibérica los trajeron los fenicios en torno al 1050 a. C. Pero su proliferación en la entonces Hispania aconteció con los romanos, que hicieron de la Península una de las principales zonas productoras y exportadoras de aceite de oliva, y tal fue así que el emperador Adriano acuñó monedas que llevaban impreso un ramo de olivo junto al nombre de Hispania. Posteriormente, los árabes introdujeron en el Sur peninsular nuevas variedades, y a ellos se deben palabras como aceituna, aceite o acebuche.[/apunte]