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Bernardo Álvarez: “Don Felipe era una persona con una profunda fe”

El obispo de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Bernardo Álvarez. | JAVIER GANIVET

DIARIO DE AVISOS | Santa Cruz

El obispo de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Bernardo Álvarez, invitado de ‘Las mañanas del Mencey’ de Teide Radio-Onda Cero recordó la figura de Felipe Fernández, obispo emérito de la diócesis nivariense fallecido el pasado Viernes Santo.

“Han sido unos días muy complicados, muy intensos, vividos con la emoción y las vivencias personales que implica que a don Felipe Dios lo ha llevado a su presencia, y que haya cesado de su sufrimiento. Ha sido una gracia de dios que haya muerto el viernes santo, sino que , de alguna manera, dada su larga enfermedad y el calvario que estaba pasando, El señor lo haya resucitado, que eso es lo que significa la muerte para los cristianos, renacer una vida nueva.

Además, los últimos años los ha pasado en El Sauzal, viviendo en un enorme sufrimiento debido a que padecía la enfermedad del Parkinson. “Efectivamente, la razón por la que él presentó su renuncia ante la Santa Sede de la sede episcopal de San Cristóbal de La Laguna es que él veía que la enfermedad neurológica del Parkison le estaba limitando, y entendió que antes de que se complicara la cosa debía renunciar a la diócesis y a su labor pastoral, que no de ser obispo. Estuvo algún tiempo por Astorga, donde tenía su familia hasta cuando se pudo valer por sí mismo, pero cuando ya lo vi bastante limitado le rogué que viniera para Tenerife donde mejor la podíamos cuidar, donde más personas podían estar cerca de él, y así ha sido, ha estado estos años visitado por muchísimas personas, cuidado todo lo que hemos podido, y hemos visto como progresivamente pues en una persona que tenía plenas facultades mentales hasta el último momento, veía como se deterioraba físicamente quedando muy limitado, perdió la vista, perdió el habla, incluso la movilidad, pues apenas podía hablarte con un apretón de manos, y a veces cuando hablamos y le contábamos cómo iban las cosas, se le saltaba alguna lágrima cuando le enviaba recuerdos de algún obispo de la península. El don de las lágrimas no lo perdió”.

De don Felipe Fernández se le resalta su enorme cultura, “era un lector impresionante, leía muchísimo, y todos sus libros estaban subrayados, por lo que era capaz de captar rápidamente lo que era esencial en el libro, y eso lo utilizaba posteriormente en sus homilías y los artículos periodísticos que escribía cada semana. Era una persona con una profunda fe, que es lo que más define su persona. A veces vemos los grandes hombres pero nos olvidamos de las fuentes de las que estos hombres están bebiendo, y en el caso de don Felipe, todo lo magnífico que recordamos de él proviene de su fe”.

Cuestionado por cómo ha transcurrido la Semana Santa, el obispo de la diocesis de San Cristóbal de La Laguna aseguró que “ha ido bien, aparte de que ha habido una gran participación de gente, más que otros años, tanto en La Laguna como en Santa Cruz, las dos en las que he participado, el tiempo nos acompañó también sólo el domingo por la tarde en La Laguna hubo dificultades en la procesión del Resucitado por la llovizna que hubo que acortarse. Muy bien, han sido unos días celebrados por los católicos con fe y espíritu religioso. La visibilidad de la Semana Santa hay que vivirla en el interior del corazón, que es lo que no se puede ver en los medios.”

“Vivíamos en una burbuja engañosa, y llegamos a olvidarnos de los valores espirituales y de Dios”

La actual situación de crisis y paro puede significar una mayor la manifestación externa de la fe por parte de los creyentes. Ante esta afirmación, monseñor Álvarez aseguró que “entorno a la Semana Santa en su aspecto externo se mueven lo que podría catalogarse tres tipos de personas: los comprometidos seriamente y la viven intensamente, los que son ocasionales y ponen especial acento en vivir estos días religiosos participando en una procesión o asistiendo a una celebración en una iglesia, y después están los curiosos, los que disfrutan estéticamente. Yo digo que las tres cosas valen pues incluso los que la disfrutan estéticamente, están dándole más brillo a la celebración asistiendo a la calle y participando también en una llamada a la reflexión. Me gusta ver en La Laguna muchísimos niños y familias en la procesión Magna, y ver como las familias explican a los niños lo que representa cada imagen, y eso en definitiva es evangelizador, y tiene su valor”.

Y prosiguió “pienso que, efectivamente, a veces vivimos en una especie de burbuja engañosa, pensando que nuestra vida se sostiene en cosas materiales, y cuando las tenemos llegamos a olvidarnos de los valores espirituales y nos olvidamos de Dios, y cuando eso nos falta descubrimos la verdad de nosotros mismos. La verdad es que las cosas materiales ni las tenemos siempre, ni nos duran siempre, ni tampoco nos han satisfecho. La prueba la tenemos en todos esos años de bonanza, que no han impedido que siga la violencia doméstica, que sigan los conflictos familiares, que sigan un 20% de la población en la pobreza, -y que ha subido el índice de personas al borde de la misma-. Esa sociedad que teníamos montada era muy aparente, pero en el fondo nos olvidábamos de que estábamos viviendo con lo que no habíamos trabajado, y ahora en estos momentos tenemos que trabajar para vivir y además trabajar para pagar lo que hemos vivido con anterioridad y eso es el gran drama”.