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Congreso socialista > Ángel Llanos

El gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora tras la proclamación de la II-República en España, estuvo constituido por toda clase de republicanos: los “nuevos” y más conservadores de Miguel Maura, el Partido Radical, el Partido Radical-Socialista, la Acción Republicana, la Acció Catalana, la Organización Republicana Gallega Autónoma y, claro está, las dos organizaciones socialistas (la Unión Republicana y el Partido Socialista). Aunque es verdad que la coalición se redujo con Manuel Azaña como presidente del Gobierno, en especial tras la aprobación de la Constitución de 1931, aún así eran cinco los partidos de izquierda que sostenían al ejecutivo.

La izquierda española tiene entre sus virtudes la posibilidad de mantener profundas divisiones internas, con posiciones políticas de imposible consenso, sin que ello suponga una grave merma en sus aspiraciones electorales. Sus posibles votantes aceptan esa falta de cohesión y, aunque hoy no sería posible un gobierno de ocho partidos como en 1931, los electores sí que toleran que en pleno 2012 un comunista esté al frente de la Vicepresidencia de la Junta de Andalucía, tal y como va a suceder. Esto no es así en el caso de los partidos de derecha o centro-derecha, pues sus electores castigan en las urnas la división interna.

El PSOE obtuvo en Canarias en las últimas elecciones locales y autonómicas uno de los peores resultados de su Historia, anticipando la debacle nacional de noviembre. Sin embargo, las cuotas de poder que obtuvieron fueron inversamente proporcionales al número de votos, gracias a los pactos de gobierno. Y si durante los últimos años la clave en los congresos socialistas era “tan sólo” quién iba a dirigir el partido, al ostentar ahora posiciones de gobierno el debate gira en torno al criterio de que quienes ejercen el poder en las instituciones públicas (en algunos casos, tras más de 20 años de oposición), no quieren dejar de hacerlo. Es decir, la continuidad de José Miguel Pérez al frente del PSOE supone estabilizar los actuales pactos de gobierno que mantienen con Coalición Canaria, en lugares como Santa Cruz de Tenerife, el Cabildo Insular y en las principales administraciones públicas en las que gobiernan los socialistas; y los que promueven su derrota orgánica, en su mayoría, aspiran a alianzas globales (inéditas hasta la fecha) con el Partido Popular en esas mismas Corporaciones.

El resultado, en cualquier caso, es previsible, pues ningún líder político adelanta un Congreso para perderlo.

*Exportavoz del PP en el Cabildo de Tenerife y en el Ayuntamiento de Santa Cruz