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De su propia medicina > Jorge Bethencourt

El gobierno argentino ha tomado por asalto la filial de Repsol en su país y a todos los demócratas de este país se les han abierto las carnes y les han salido estigmas en los diplomas liberales que cuelgan de las paredes al lado de los crucifijos. La nacionalización de la petrolera ha sido saludada con alborozo por el otro sector de la oligofrenia política nacional, la izquierda verdadera, para la que cualquier asalto al capitalismo debe apoyarse sin reservas.

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández Kirchner, y el viceministro Axel Kicillof, que la apoya (ruego atención a los editores con la i griega, no vaya a ser…), necesitan dinero para el país. Y casualmente Repsol YPF lo tiene. Y casualmente en noviembre pasado se detectó un yacimiento con 700.000 barriles en una provincia argentina. Así que se la han jugado y han tomado por asalto la empresa bajo la bandera de que el petróleo del país debe ser para sus ciudadanos.

La operación de Kirchner va a tener repercusiones internacionales y probablemente acabará en sanciones. La de mi amigo Julio no.

Julio tiene una finca de unos mil metros cuadrados desde que Franco era corneta. Tiene dos perros verdinos sueltos, unas parras plantadas y unos aguacateros. De vez en cuando planta papas. Y algún año le sale un aguapatas aceptable aunque el vino, la verdad, no hay dios que se lo tome por muy amigo mío que sea.

A Julio le llegó una carta donde el ayuntamiento le comunicaba la expropiación de 300 metros cuadrados de su finca debido a la ampliación de una carretera próxima. El argumento: el interés público. Y cuando preguntó a un funcionario qué podía hacer, se le respondió amablemente: date por jodido.

No sé de qué se escandalizan los eurofinos demócratas europeos. Lo que ha hecho la señora Kirchner es lo que hace cualquier concejal de medio pelo en cualquiera de los más de ocho mil ayuntamientos de este caos nacional. A la gente se les expropia en nombre del interés público. Pero quien les expropia no es el interés público sino un tipo con bigote y una funcionaria con carpeta. Y si no estás de acuerdo, a llorar al monte.

La única diferencia es que Repsol tiene el apoyo de gobiernos y la fuerza de sus equipos de abogados. Julio, como tantos miles de ciudadanos, sólo tiene una cosa: tiene que resignarse. A Repsol la han tratado como nos tratan a nosotros todos los días. Y parece que duele. Donde las dan…

Twitter@JLBethencourt