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El mismo discurso > Francisco Pomares

Con la solemnidad que suele acompañar los momentos difíciles, el Gobierno de Canarias aprobó por fin el sábado su paquete de medidas para hacer frente a los recortes impuestos por los Presupuestos del Gobierno Rajoy. Y se han cumplido todos los malos augurios: se han incluido cambios en la tributación, destinados a recaudar 250 millones de euros más, que saldrán del bolsillo de los ciudadanos, o -lo que es lo mismo-
se detraerán del consumo y la inversión, que es dónde más falta hacen en estos momentos. El Gobierno ha decidido también subir el tramo autonómico el IRPF para las rentas más altas, y a las más bajas las deja sin consuelo alguno en la declaración de la renta: desaparecen las exenciones por gastos de estudio, por traslado de residencia, por nacimiento o adopción, por ser mayor de 65 años o dependiente, por familia numerosa o por gastos de guardería.

Además, se sube el IGIG del 5 al 7 por ciento, dicen que sólo será hasta el año 2014, pero ya saben que eso suele ser lo que dicen siempre. Y se suprimen las exenciones para telefonía fija y móvil, con lo que subirá la factura-. Y se aumenta el impuesto sobre el combustible, con lo que pagaremos más por el transporte. Desaparece también la bonificación al impuesto de sucesión y donación, que en la práctica mantenía ese impuesto en tipo cero, y para acabar de rematar la faena se crean dos impuestos nuevos: uno es sobre depósitos a entidades financieras, que deberán abonar los bancos y cajas y otro es sobre grandes superficies, que pagarán los centros comerciales en función de los metros que ocupen. Pero si alguien piensa que esos dos últimos impuestos -el de transacciones económicas y el de grandes superficies- no afectarán al bolsillo de los ciudadanos, es que anda un poco despistado sobre como funcionan el capitalismo y los mercados.

En la práctica, y a ojo de buen cubero, lo que ha hecho el Gobierno costará de media a cada uno de los ciudadanos de Canarias entre 130 y 180 euros al año. Pero eso es sólo lo que se aprobó el sábado. Sumen el copago camuflado de las medicinas, el aumento de las tasas universitarias, el IRPF disparado, la subida del precio de la luz, de los transportes, los impuestos municipales, y el aumento de los precios de los productos de consumo, que ya han comenzado su escalada hacia arriba… y hagan cuentas. Les saldrá que antes de que acabe esto, entre reducción de salarios y aumento de impuestos, tasas y precios, el poder adquisitivo de los españoles será entre un 25 y un 35 por ciento inferior al que era antes de empezar la crisis. Y aún así seguiremos teniendo entre cinco y seis millones de parados. Quizá entonces los mercados estén por fin contentos.