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El Papa preside la Vigilia de la noche de Pascua y exhorta a los cristianos a ser portadores de la luz de Cristo

El papa Benedicto XVI (c) ora, este sábado, mientras celebra en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual. / EFE

EUROPA PRESS | ROMA

El Papa Benedicto XVI ha presidido en la Basílica de San Pedro la Vigilia de la noche de Pascua en la que ha administrado los sacramentos de la iniciación cristiana –bautismo, confirmación y primera comunión– a ocho adultos provenientes de Italia, Albania, Eslovaquia, Alemania, Turkmenistán, Camerún y Estados Unidos de América. En ella, ha exhortado a los cristianos a ser portadores de la luz de Cristo.

El rito de la celebración ha comenzado en el atrio de la Basílica de San Pedro con la bendición del fuego y la preparación del cirio pascual, tras lo que se ha llevado a cabo una procesión hacia el altar con el cirio pascual encendido mientras un diácono ha cantado el ‘Exsultet’, que anuncia la pascua mediante la historia de la salvación desde la creación hasta la resurrección. Posteriormente se han realizado la liturgia de la palabra, la liturgia bautismal y la eucarística.

Durante la homilía, el Papa ha definido la Pascua como la fiesta de la “nueva creación” porque “Jesús ha resucitado y no morirá de nuevo” y así “se ha abierto una nueva dimensión para el hombre”.

Precisamente porque la fiesta de la Pascua es “el día de una nueva creación” la Iglesia comienza la liturgia con “la antigua creación, para que aprendamos a comprender la nueva”. El relato de los siete días está ordenado con vistas al séptimo día que es “el día de la libertad de todas las criaturas para con Dios y de las unas para con las otras”. “Por tanto, –ha añadido Benedicto XVI– la creación está orientada a la comunión entre Dios y la criatura, existe para que haya un espacio de respuesta a la gran gloria de Dios, un encuentro de amor y libertad”.

El Pontífice ha explicado que en la vigilia pascual la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase de la historia de la creación “Que exista la luz” porque “la luz hace posible la vida”. “Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad, a la verdad. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad y el progreso”, ha apuntado.

En este sentido, el Papa ha señalado que en Pascua, en la mañana del primer día de la semana “Dios vuelve a decir que exista la luz”. Después de la noche del huerto de los olivos “el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús, la noche del sepulcro”. Pero Pascua que “vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. Jesús resucita del sepulcro”.

Benedicto XVI ha expresado que “la vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios”. “Pero esto –ha agregado– no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros”.

A su vez, el Papa ha señalado que en la Vigilia Pascual, que es “la noche de la nueva creación”, la Iglesia presenta el misterio de la luz con el cirio pascual que simboliza la “luz que vive en virtud del sacrificio”. “La luz de la vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma”, ha señalado.

Por lo que el misterio pascual de Cristo que “se entrega a sí mismo, y de este modo da mucha luz”. Así como la luz de la vela es fuego que es “una fuerza que forja el mundo, un poder que transforma”. Cristo es “la luz, es fuego, es llama que destruye el mal, transformando así al mundo y a nosotros mismos”.

Al finalizar, citando la Lumen gentium, el Papa ha pedido al Señor que “haga experimentar la alegría de su luz”, para poder ser “portadores de su luz, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo entre en el mundo”.